La infancia de nuestro tiempo

Foto: Retrato de un niño, tinta negra sobre papel, Maison des Savoirs, Bruselas, 2000 © Ros Tanton / ATD Quart Monde / CJW-AR0206701063


Extractos del prólogo del libro «Enfants de ce temps», ( Joseph Wresinski, 1979, Éditions Quart Monde).

Los niños y niñas que hablan en este libro son poco conocidos. El mundo que les rodea parece que tiene dificultades para reconocerles por lo que realmente son.

…] ¿Cómo podemos tener tantas dificultades para identificarlos a través de su realidad histórica? Las consecuencias son lamentables, ya que millones de personas siguen estando excluidas de la salud y la educación, sus familias se ven privadas de seguridad económica, de una vivienda digna y de un entorno decente, y sus comunidades no tienen voz política.

Algunos piensan que estas niñas y niños simplemente son un accidente, discapacitados, infradotados por naturaleza. Sin embargo, ni ellos ni sus familias son las víctimas de un destino ciego, representan la cara oculta de una sociedad que nosotros mismos hemos construido; son la infancia oculta de una sociedad en la que la vida presente y los proyectos de cambio repercuten únicamente en quienes están reconocidos. Sin embargo, no parece que esta ciudadanía haya ampliado nunca su mirada, su pensamiento, sus instituciones y sus luchas, hasta el punto de incluir desde un principio a esta infancia.

…]Privados de medios para participar en la producción y promoción de la clase obrera y campesina, las generaciones precedentes no pudieron preparar para ellos un futuro mejor. Así, situada en la parte más baja de la sociedad, no ha podido escalar ni siquiera al escalafón más bajo. Desde generaciones, familias y niños mantienen, solos, una historia de exclusión. ¿A quiénes, entre nosotros, no le incomodaría profundamente descubrirla? ¿No habremos hecho mal uso de nuestros propios logros al no utilizarlos para reconocer y denunciar esta exclusión?

La pregunta es tanto más insoportable en cuanto que nuestro esfuerzo a la hora de llevar a la práctica los derechos humanos y los derechos de la infancia han sido sinceros. Hemos creído lograrlo, en lo fundamental, en nuestros países industrializados.

Siempre pensamos que es más fácil de alcanzar gracias a nuestras progresivos avances, nunca fáciles y en ocasiones profundos. ¿Quién pondría en duda que nunca se hace suficiente? ¿Toda sociedad no tiene sus imperfecciones? Pero estas imperfecciones no cuestionan necesariamente ni los principios ni las razones que las han inspirado.

Los niños y niñas del Cuarto Mundo, por su parte, nos preguntan sobre el fondo. Ya que todo el edificio fue erigido a su costa. Lo que son, lo que viven dentro de sus familias empobrecidas, que casi siempre son numerosas, no sólo nos cuestiona sobre nuestro comportamiento y nuestras políticas. Aún más profundamente, es nuestro propio concepto de la infancia lo que está en juego.

…] Decir que los niños y niñas tienen derechos inalienables es algo necesario. ¿Pero no sería aún más necesario decirnos por qué? ¿Somos capaces de hacer esto en nuestros países desarrollados? ¿Tenemos una idea inequívoca y bien construida del niño o de la niña que queremos defender? ¿Lo conocemos? ¿la conocemos? ¿Los respetamos por ellos mismos, por lo que significan para la humanidad, hoy y aun más en el futuro? […]

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