«El voluntariado nos da el don de estar disponibles para los demás»

Voluntaria permanente en Haití desde 2020, Carine Parent ha encontrado en este compromiso «un espacio de aprendizaje colectivo».

A Carine Parent le gustan los desvíos, que le permiten dejarse sorprender por nuevos encuentros, y admite que las «líneas rectas» no la tientan demasiado. Por eso, desde que era adolescente supo que el compromiso era el camino que quería seguir. Lo tuvo claro desde que se abrió un centro para jóvenes discapacitados junto a su colegio.

  • «Hubo una protesta de los vecinos, que no lo aceptaron en absoluto. Los responsables del centro quisieron fomentar los encuentros e invitaron a alumnos de secundaria a venir a hacer deporte con los jóvenes del centro», recuerda.

Ese fue «el comienzo de esta búsqueda para conocer a otras personas«. Decidió formarse como bióloga, especializándose en neurociencia, porque le apasionaba. Pero sabía que trabajar aislada en un laboratorio de investigación no era lo suyo.

Pronto decidió ir a África con el Servicio Jesuita a Refugiados, primero a Costa de Marfil y luego a Burundi, donde durante tres años dirigió proyectos educativos y actividades socioculturales con desplazados y refugiados. A su regreso a Francia, se interesó por el voluntariado permanente en el Movimiento ATD Cuarto Mundo.

«Este compromiso era evidente para mí. Pero antes necesitaba experimentar otras cosas», recuerda.

Una gran responsabilidad

Trabajó con Apprentis d’Auteuil, se convirtió en aliada de ATD Cuarto Mundo y participó en una biblioteca de calle y en la Universidad popular Cuarto Mundo de la Isla de Francia. Luego, en 2016, le llegó el momento de convertirse en voluntaria.

  • Este compromiso la atraía desde hacía años, porque «el regalo que el Movimiento ATD Cuarto Mundo hace a los voluntarios es esta gran disponibilidad hacia los demás, esta posibilidad de conocer a otros y, a partir de ahí, crear lazos de confianza y avanzar juntos«.

Su primer año en el Movimiento la confundió. Su misión consistía en buscar a jóvenes en situación de pobreza en la región de Île-de-France. «No estaba en el contacto directo y cotidiano que supone estar en un barrio. Me vi implicada en algo más global», explica.

  • Pero poco a poco se fueron forjando vínculos con los jóvenes. «Estos encuentros me conmocionaron. Tenían tanta capacidad para decir claramente lo que estaban viviendo y lo que sentían. Eso me dio una inmensa responsabilidad. Una vez que has escuchado esas palabras, tienes el deber de compartirlas«.

Testigo de solidaridad

Carine Parent se unió al equipo de París para estar más arraigada en la zona, y vivió en un hotel social. «He visto mucha solidaridad«, dice. En particular, recuerda a sus vecinos, una familia que vivía en el albergue desde hacía doce años. «Todas las tardes, la madre iba a la panadería de la esquina por la comida que no se había vendido. Luego llamaba a la puerta de todos los menores extranjeros no acompañados para darles pan. Decía: ‘Sus padres no están aquí, si no lo hago yo, ¿quién lo hará?'»

También señala los juicios y críticas a los que se enfrentaban a diario sus vecinos: «después de un reparto de comida, una mujer me dijo: ‘¿por qué aceptan darnos dinero y, al mismo tiempo, nos humillan y nos faltan el respeto cuando venimos a coger algo?'»

Construir juntos la esperanza

Después de algo más de tres años, voló a Haití en 2020. En este país situado a más de 7.000 km de Francia, está aprendiendo a trabajar en equipo con siete voluntarios haitianos y una francesa.

  • «Es una gran experiencia. Hay respeto por lo que cada uno puede aportar y un profundo deseo de avanzar juntos», afirma.

Esta armonía en el equipo es tanto más necesaria dada la caótica situación del país. «Hemos pasado 17 meses de guerra entre bandas. Ha sido terrible para las familias. Los niños han crecido encerrados en sus barrios, con jóvenes armados como principales modelos«, describe. Pero también en este caso ha sido testigo de la solidaridad entre las familias, que no dudan en acudir a la Maison Quart Monde, a pesar de los riesgos, para encontrar

«un lugar de paz donde recuperar el aliento y seguir construyendo juntos la esperanza».

El desarrollo de un seguro de salud que da acceso a la atención sanitaria a cerca de 5.000 personas, y la participación en el espacio «Bébés bienvenues», dedicado a los niños de 0 a 3 años, forman parte de su trabajo diario.

De París a Puerto Príncipe, ha comprobado que el Movimiento ATD Cuarto Mundo «puede aportar a la sociedad la inteligencia y los conocimientos de los más pobres, pero también caminos de paz».

De este modo, ha encontrado su camino en este «Movimiento de unión«. Para Carine Parent, el voluntariado es «un espacio colectivo de aprendizaje, de sobriedad, donde uno puede dejarse sacudir y tomar el tiempo de encontrarse y comprender«.

Este artículo escrito por Julie Clar-Robelet procede del número de febrero de 2024 del Journal d’ATD Quart Monde.


Fotos : © ATD Cuarto Mundo