“Cuando no nos olvidamos de ningún niño, creamos un mundo mejor”

En junio 2015, en Ouagadougou, Burkina-Faso, se realizó una sesión de formación para  jóvenes animadores. Participaron 35 jóvenes procedentes de 6 países de África, Burkina Faso, Costa de Marfil, República Centroafricana, Tanzania, Senegal y República Democrática del Congo. Todos ellos están implicados activamente en el desarrollo de acciones y proyectos fundamentados en “Compartir el saber” y orientadas principalmente a la infancia. Entre otras acciones encontramos, biblioteca de mercado, biblioteca a la luz de las farolas, bibliotecas de río, festival del saber, acción comunitaria.

Formar parte de un mismo compromiso

Los dos elementos sobre los que se apoyó la formación han sido, por un lado, la experiencia personal de compromiso e implicación y, por otra parte, una de las prioridades de ATD Cuarto Mundo para los años 2013-2017, “promover el acceso a la educación y construir el saber con la inteligencia de todos”.

El primer día sirvió para que los participantes se conocieran y pudieran reconocerse como auténticos promotores de proyectos de educación informal: “He visto a otros jóvenes implicados. Eso me motiva, me permite pensar que no estoy solo en este combate, lo que me ha sorprendido, son las creaciones que cada uno ha traído para las presentaciones. Cada una con una técnica diferente para enseñar a los niños. Si estamos reunidos aquí, es para no olvidarnos de ningún niño, de ninguna niña, para que todos puedan tener un futuro mejor. Si cada uno de nosotros nos ponemos manos a la obra, lograremos lo que perseguimos.”

Comprender juntos las ambiciones que perseguimos con para nuestras acciones

A partir de la técnica del teatro forum se pudieron abordar de un modo dinámico algunas de las dificultades con las que los animadores y animadoras se enfrentan en el desarrollo de las acciones: la incomprensión de los padres y madres de niños y niñas, de sus propias familias y de su entorno en cuanto a su compromiso voluntario o la dificultad para crear un clima de amistad y de respeto en el seno del grupo.

La puesta en escena colectiva permitió abordar muchas ideas precisas sobre el modo de cambiar nuestras acciones para que se entiendan mejor: establecer un contacto regular con la persona responsable del barrio y con las autoridades, buscar la implicación activa entre los padres y madres de los participantes, llevar a cabo una acción en parejas, es decir, que cuando uno de los animadores se consagra a la presentación de la actividad otro está más atento a lo que pasa alrededor: al niño que se queda a un lado, al que molesta, al padre a o la madre que se acerca.

Las ambiciones que se persiguen con las acciones se trabajaron a partir de las preguntas siguientes: ¿qué queremos que los niños y niñas aprendan de verdad? , ¿qué intereses y ventajas pueden encontrar los padres al permitir que sus hijos e hijas participen?, ¿qué gana la comunidad con estas animaciones?.

Algunas conclusiones de este diálogo:

Reunir en una misma actividad a niños que no van al colegio con aquellos que tienen la suerte de poder ir, permitirá que puedan compartir sus ideas y enseña a los niños a vivir juntos.

“Al ganarla confianza de los padres y de las madres podemos permitir que vengan a compartir sus saberes con los niños y niñas. Necesitamos a todas las familias.

En nuestra sociedad, un niño y una niña pertenece a la comunidad. Si tiene éxito, es todo el pueblo el que lo tiene. Nuestras animaciones vienen a aportar un poco más a esta cohesión social, en particular en los nuevos barrios donde la gente no se conoce todavía.”

¿“Animadores” o creadores de paz y de futuro?

Durante la formación cada día se dedicó un tiempo para compartir diferentes técnicas de animación que permitan mejorar lo que hacemos, incluso sin contar con muchos medios materiales: recoger lo que dicen los niños y las niñas dando mucho valor a sus ideas, realizar en sombras chinescas una historia, poner en valor los dibujos de los niños, elaborar un libro en el que se recojan las preguntas que se hacen los niños y niñas, aprender juegos cooperativos, implicar a los niños y niñas en la animación del libro, fabricar joyas a partir de telas…

Los talleres en los que aprender nuevas técnicas son una garantía: “no se necesitan muchos medios para hacer una buena animación, como hemos comprobado con las sobras chinescas”, realizadas a partir de un cartón reciclado y un trozo de madera.

A menudo, cuando los participantes comparten sus diferentes experiencias en cuanto a la animación encuentran inspiración y salen reforzados. “Entender que los esfuerzos que hacemos, por muy pequeños que sean, pueden aportar cambios en la vida de una persona en dificultad, excluida de la sociedad, también me fortalece ”.

Los participantes regresaron a sus países con la convicción de que cuando hablamos de educación, nos referimos no solamente a la que los niños y niñas reciben en el colegio sino también la que sus padres y madres les transmiten y la que todas y todos pueden adquirir en las actividades que llevamos a cabo en los barrios y pueblos. “He visto que las animaciones pueden aportar paz a un país, la paz que se crea en el corazón de los niños y niñas.

Los responsables de la región África, nos dejaban esta reflexión: «normalmente hablamos de “animadores”, pero esta formación muestra que tal vez este término no sea el adecuado, todos estos jóvenes comprometidos con los niños y las niñas son personas que trabajan activamente por crear la unidad en la comunidad, son “constructores de paz”, hermanos y hermanas mayores que muestran con su implicación el camino a los niños y niñas. ¡Podemos y debemos estar orgullosos!