Katrina diez años después: «No se trata de contar nuestras vidas sino de cambiar el mundo»

Diez años después de que el huracán Katrina devastara la costa sur de los Estados Unidos, muchas de las familias más desfavorecidas de Nueva Orleans no han podido aún regresar a sus casas; las que decidieron quedarse se sienten víctimas de políticas que continúan marginandolos.

Tanto en el Norte como en el Sur, las poblaciones que viven en situación de extrema pobreza se ven afectadas de manera significativa por el cambio climático y sus consecuencias. Hace diez años, en Nueva Orleans, el huracán Katrina destruyó hogares e hizo que muchas familias tuvieran que dispersarase por diferentes Estados del sur de los Estados Unidos. Sufrieron la humillación de ver como las autoridades elegían, decididos a que esta población no regresara a sus barrios, no reconstruir las viviendas sociales.

Hoy, el centro turístico y los barrios más ricos de la ciudad han sido reconstruido,  pero los barrios más pobres, en donde los alquileres han aumentado significativamente, serán demolidos, incluso aquellos que no se vieron afectados directamente por las inundaciones. La reconstrucción avanza, pero una vez más se ha hecho sin tener en cuenta a quiénes viven en situación de extrema pobreza: “Vivíamos en el ojo del huracán antes del Katrina y seguimos dentro de él”.

Diez años después del huracán Katrina « muchas familias no han podido encontrar una vivienda…” explica Marie Victoire,  voluntaria permanente de ATD Cuarto Mundo en Nueva Orleans. “… en la reconstrucción de la ciudad, los inversores aprovecharon para comprar las casas inhabitables, reconstruirlas, aumentar el alquiler o venderlas. Después del huracán, más de 5000 viviendas sociales fueron demolidas para construir después unas 3000 de categoría superior.”

La reconstrucción después de una catástrofe— natural o causada por el ser humano— no se limita únicamente a mejorar la distribución de las ayudas de emergencia o a afinar los métodos de reconstrucción, sino que, para ser eficaces, deben inventar sobre el plano humano nuevas formas de solidaridad que respeten la dignidad de cada persona. Los recuerdos, las opiniones y las expectativas de todas aquellas personas que vivieron en carne propia la catástrofe son indispensables para la reconstrucción. Sin este esfuerzo colectivo la nueva ciudad va a reproducir la situación anterior, la exclusión social sobrevivirá a la catástrofe y las injusticias incrementarán, añadiéndose olvido al olvido.

¿Cómo hacer para que la voz, el saber, la experiencia, la inteligencia y las aspiraciones de las personas en situación de extrema pobreza estén presentes y sean tenidas en cuenta en las negociaciones de la Cumbre sobre el Cambio Climático que se va a celebrar próximamente en París (COP21)?  A través de su experiencia, estas poblaciones son las primeras en dar la voz de alarma sobre los daños provocados en el medio ambiente, el cambio climático y las consecuencias en la vida de las gentes. Mucho antes de que el mundo mostrara su preocupación por el tema, estas poblaciones se han visto obligadas a vivir desde siempre en los lugares más degradados en diversas partes del mundo. Urge tomar conciencia del cambio climático que afecta primeramente a los más pobres. Urge entender que las soluciones a los problemas de esta naturaleza no podrán construirse al margen de estas poblaciones, sin que las consecuencias recaigan fatalmente sobre ellas.

Tras el huracán, un grupo de familias en situación de extrema pobreza decidió escribir el libro “Not meant to live like this” (“Nadie debiera vivir así”).  Para ellas “no se trata de contar nuestras vidas sino de cambiar el mundo” . Esta es la invitación que siguen haciendo diez años después.

Descargar gratis «Not meant to live like this» en el sitio de ATD Cuarto Mundo en los Estados Unidos de América.