Una mochila repleta de preocupaciones | Isabelle Pypaert Perrin

Editorial de la Revista «Revue Quart Monde n°237 – A hauteur d’enfant»

El año 2015 ha sido violento y brutal. Los niños, como Aylan, encontrado ahogado en una playa de Turquía, han sido, de nuevo, las primeras víctimas de nuestros conflictos. Víctimas de nuestra incapacidad para darnos cuenta de que nacemos todos iguales en dignidad y derechos, y de nuestras formas de organizarnos, que generan tantas injusticias y exclusiones.

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Isabelle Pyaert Perrin

Sin embargo, este año ha visto también avances significativos: en Septiembre de 2015 la comunidad internacional adoptó los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un nuevo programa de desarrollo con alcance universal. Tres meses más tarde, adoptó la Convención Marco sobre el Cambio Climático en París, buscando así asumir sus responsabilidades con respecto a los niños a los que les debemos el porvenir. Osó afirmar que el desafío prioritario al que debe hacer frente la Humanidad es el de no dejar a nadie atrás, de poner fin a la miseria de aquí al 2030, haciendo suyo el objetivo hacia el que tienden todos los esfuerzos de los progenitores enfrentados a la pobreza extrema.

Ellos, que esperan que la miseria se acabe con ellos, que no se transmita a sus hijos, saben cómo sus hijos sufren aun lo que ellos mismos tuvieron que soportar desde la más tierna edad: las humillaciones y las privaciones de todo tipo. “La mayoría de los niños que viven la pobreza ya cargan con preocupaciones de adulto”, dice una madre de familia en Suiza. “Sobrellevan las preocupaciones con nosotros. A veces, deben incluso defenderse a causa de nuestro nombre. Cuando van al colegio, no llevan una mochila llena de bonitos cuadernos y lápices de colores. No, llevan una mochila llena de preocupaciones, de reproches, y de la maldad que sufren”.

Es justamente de uno de esos niños de la miseria que nació la esperanza del Cuarto Mundo. Las raíces de  ATD Cuarto Mundo están ahí, en el silencio rabioso de un niño obligado, desde los 5 años, a ayudar a mantener a su familia, en el coraje y la dignidad de su mamá, en el rechazo de las humillaciones y la búsqueda infructuosa de trabajo de su padre. Están en la determinación del hombre en el que se transformó aquel niño. En 1957 se une a las familias del campo de Noisy-le-Grand para inventar con ellas los gestos que les permiten volver a llevar la cabeza alta y rechazar juntos la miseria. Toda su vida, este hombre, Joseph Wresinski, mantuvo el convencimiento de que, con los niños, podemos aprender a crecer en humanidad: “Los niños del Cuarto Mundo no encuentran el mundo malvado, ni cerrado. Saben por intuición que nadie es realmente malo y que los hombres no desean ni la guerra, ni la tortura, ni el hambre, ni la injusticia. Leen el mundo con su corazón y es por ello que lo aman. La mirada con la que nos observan nos obliga a rechazar que haya un solo niño, una sola familia, dejada de lado”.

Isabelle Pypaert Perrin

Foto Vladimiro Pino Amachi – Gallup – USA(c)ATDCuartoMundo