Superar la injusticia epistémica según Wresinski

Este artículo es un extracto de un capítulo publicado inicialmente en el libro Socially Distanced Activism: Voices of Lived Experience of Poverty During COVID-19 (Activismo con distancia social: voces de personas con experiencia de pobreza durante la COVID-19), publicado por Bristol University Press en 2021.

  • El capítulo entero está escrito conjuntamente por Thomas Croft, Diana Skelton y Taliah Drayak y presenta tres ejemplos basados en situaciones reales de justicia epistémica junto con la investigación teórica que presentamos aquí.

Estos tres proyectos se realizaron durante el primer año de la pandemia de la Covid-19 y muestran cómo el enfoque de ATD Cuarto Mundo crea las condiciones necesarias para que las personas que están experimentando la pobreza puedan tener una sensación de pertenencia, no solo a un esfuerzo general significativo para coproducir conocimientos, sino también a un grupo de pares en el que confíen y donde encuentren la libertad epistémica necesaria para desarrollar su propio análisis de la pobreza y la sociedad.


En 1980, en la sede central de la UNESCO en París, Joseph Wresinski, el fundador del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo, y una persona que había vivido la extrema pobreza mientras crecía, hicieron una intervención ante un comité de reconocidos expertos en ciencias sociales. Su objetivo era desafiar las hipótesis sobre cómo se produce el conocimiento sobre la pobreza y las hipótesis sobre el rol de los investigadores académicos en ese proceso. Su mensaje para la comunidad investigadora fue radical: tenían un deber moral de crear conocimientos que promuevan la acción, unos conocimientos emancipadores, coproducidos de manera que no solo reconozcan completamente el agente epistémico de la gente que vive en una situación de pobreza, sino que también busque activamente su contribución epistémica como una condición necesaria para el cambio social (Wresinski, 1980).

La vida de Wresinski dedicada a la presencia y acción entre personas en situación de marginación y comunidades empobrecidas le dejó claro que su exclusión de un papel activo en el esfuerzo de la sociedad para entender y encontrar soluciones a la pobreza era, de por sí, un error fundamental. Ser un sujeto pasivo en la investigación, más que un coproductor activo de conocimiento, no solo desempodera y devalúa a las personas como «conocedoras», sino que también frustra sus propios caminos hacia la emancipación, como Wresinski (1980) escribió:

Pensar y conocer son actos y todas las personas poseen la capacidad de llevarlos a cabo, poco importan los medios más o menos sofisticados que la vida les proporciona. Cada persona piensa, conoce y se esfuerza en comprender un objetivo que es su objetivo. Su pensamiento se organiza en función de ese objetivo. Es este sentido todo acto de pensamiento es susceptible a ser un acto de liberación personal.

Reconocer al otro como una persona pensante con la capacidad de albergar y compartir conocimiento y de ofrecer una percepción de la condición humana es una parte intrínseca de valorar a otro ser humano. No hacerlo, o negar al otro los medios para hacerlo, es lo mismo que la injusticia epistémica: una injusticia relacionada con la producción social y el reconocimiento del conocimiento.

Daño epistémico

El análisis trascendente y filosófico de la injusticia epistémica lo proporcionó Miranda Fricker (2007), que introdujo también el término. Argumenta que hay dos formas principales de injusticia epistémica: la testimonial y la hermenéutica.

Ambas formas de injusticia epistémica tienen el potencial, como señala Fricker, de causar un daño psicológico profundo: «Ahí donde ésta se profundiza, puede limitar el desarrollo personal, entonces, puede, literalmente, evitar que una persona se convierta en quien es» (Fricker, 2007). Wresinski (1980) describe los efectos de la injusticia interpretativa en las personas que experimentan una pobreza crónica como un tipo de tortura psicológica que ataca su propia conciencia de sí mismo y que es alimentada por la ignorancia de la sociedad en cuanto a su experiencia:

Aquellos que piensan que los seres humanos que viven en una situación de total pobreza son apáticos, y que, por consiguiente, no reflexionan, y que se acomodan en la dependencia o en el único esfuerzo de sobrevivir día a día, se equivocan completamente. Ignoran la capacidad inventiva en cuestión de autodefensa de una persona en situación de pobreza para escapar de la influencia de los que depende, […] Ignoran el esfuerzo desesperado de reflexión y explicación de ese humano que no deja de preguntarse: «Pero, entonces, ¿quién soy yo? ». Que no deja de decirse: «Me tratan como a un perro, como a un inútil, como a un imbécil y un ladrón… ¿soy entonces un inútil?».

Las personas que viven en situación de pobreza a menudo dicen que se sienten deshumanizadas por la forma en que su propio testimonio se puede poner en entredicho o se puede devaluar en sus interacciones con el sistema oficial establecido que a menudo trata a las personas con sospecha, mientras busca controlar su comportamiento. Describen una experiencia kafkiana: que te digan que lo has hecho mal, pero sin entender lo que los profesionales dicen sobre ti o por qué lo dicen. Todos hablan sobre ti y de ti, pero cuando intentas expresarte o explicarte, te ignoran, te tratan con condescendencia o tergiversan tus palabras y las usan en tu contra. Te sientes completamente impotente.

Tipos de experiencia en la pobreza.

Wresinski (1980) identificó tres tipos de conocimiento sobre la pobreza que concibió como independientes y autónomos, aunque necesariamente complementarios (Wresinski, 1890). El primero es el conocimiento y el entendimiento directamente experimentales que albergan las personas que viven una situación de pobreza. Es decir, la experiencia inmediata de pobreza en un sentido fenomenológico: el conocimiento de primera mano de cómo es estar al borde del abismo de la pobreza en una comunidad específica en un momento específico. Por su naturaleza profundamente existencial, este conocimiento que las personas en la extrema pobreza poseen lo describe Wresinski (1980) de este modo:

Se trata de ser condenado a una vida de desprecio y a la exclusión. Engloba todo lo que eso significa en términos de hechos, sufrimientos, pero también de resistencia y esperanza […]. Engloba un conocimiento del mundo que los rodea y del cual son los únicos que conocen algunos comportamientos hacia los más pobres. […] [El conocimiento de aquellos que viven en una situación de pobreza] trata no solo de su situación vivida, sino también del mundo que los rodea y que los hace vivir en esta situación, de lo que es y de lo que debería ser para no excluir a los más indefensos.

El segundo tipo de conocimiento del que habla Wresinski es el conocimiento práctico que albergan aquellas personas que eligen vivir y trabajar en zonas desfavorecidas con población que vive en situación de pobreza, como los activistas y defensores comunitarios o los voluntarios y profesionales que están en primera línea y que proporcionan servicios y apoyo a nivel comunitario. Su conocimiento está orientado a la acción, desarrollado en el intento de satisfacer las necesidades de la población de su alrededor en un esfuerzo por responder a los problemas y la situación que enfrentan las personas. Gran parte de la comprensión de la pobreza que sustenta su acción es tácita, a veces incluso está basado en el instinto o la intuición afilados durante años de práctica. Los trabajadores y profesionales son testigos del sufrimiento y de las esperanzas de las personas a las que prestan servicio, su conocimiento reside en cómo recurren a su experiencia de acción para encontrar un sentido a todo esto.

El conocimiento académico teórico del investigador como un observador externo es la tercera categoría del conocimiento de la pobreza a la que se refiere Wresinski. Este conocimiento representa las ideas generalizadas y los conceptos de las ciencias sociales desarrollados a través del análisis y la interpretación de los datos recogidos por los investigadores, tanto cuantitativos como cualitativos.

  • Desde el punto de vista de Wresinski, para aportar una imagen completa y convincente de la realidad humana de la pobreza, el conocimiento desde las ciencias sociales deben complementarse necesariamente con el conocimiento directo que albergan aquellas personas que viven en situación de pobreza y con el de aquellas que trabajan a su lado.

Asimismo, sin este complemento, el conocimiento académico corre el riesgo de presentar lo que se sabe de la pobreza de una manera fría y apagada y, en última instancia, podría carecer de sentido en cuanto a su capacidad de impulsar la acción a un nivel social y político.

Condiciones para la justicia epistémica en la investigación-acción participativa

El llamamiento de Wresinski a la comunidad de investigadores era triple: primero pedía el reconocimiento de la autonomía, la independencia y la complementariedad del conocimiento de las personas que viven en situación de pobreza y de quienes trabajan a su lado; segundo quería reiterar que el conocimiento sobre la pobreza necesita combinar estos tres tipos de conocimiento para que sea holístico; finalmente, y lo que es más importante, también pidió que se replantearan los objetivos de la investigación sobre la pobreza tomando en cuenta las necesidades epistémicas que el conocimiento de la pobreza debería intentar satisfacer.

  • En concreto preguntó: «¿Qué tipo de conocimiento necesitan las personas más pobres? ¿Qué tipo de conocimiento necesitan los equipos de acción? ¿Qué tipo de conocimiento necesitan nuestras sociedades nacionales y comunidades internacionales?» (Wresinski, 1980).

En un ensayo titulado La pedagogía de la reciprocidad, Wresinski (1983) subraya tres condiciones que deben cumplir las personas que viven en situación de pobreza para superar la injusticia interpretativa y reclamar su derecho a desarrollarse y compartir su propio conocimiento de la pobreza en un intercambio reciproco con los demás. La primera condición es salvaguardar la libertad de las personas que viven en situación de pobreza para construir su propio pensamiento, expresar y nombrar su experiencia y conceptualizarla por sí mismos.

La segunda de las condiciones que Wresinski identificó era que, una vez que el primero funciona, las personas que viven en situación de pobreza deben compartir su pensamiento e intercambiar ideas entre ellos como pares, estando seguros sabiendo que cada uno de ellos conoce la realidad de la pobreza. En este caso, el trabajo entre pares es una manera de proteger su pensamiento de la potencial dominación epistémica de otros que puedan sin querer apropiarse de sus esfuerzos e imponer sus propias ideas.

Antes de compartir su pensamiento en un dialogo critico más allá de su grupo de pares, Wresinski señala una tercera condición: que la autonomía e independencia de su pensamiento pueda ser reconocida y respetada por otros compañeros en el proceso de coproducción de conocimiento y que sean capaces de identificarse con el objetivo de ese proceso. Es fundamental sentirse identificado con los objetivos de un proyecto de investigación para las personas que viven en situación de pobreza para sentir que son participantes de pleno derecho y que son parte de un esfuerzo colectivo para poder crear un mundo más justo, que están contribuyendo a una causa mayor que ellos mismos.

Para Wresinski, la justicia epistémica es mucho más que corregir una injusticia o que prevenir un daño psicológico: es una liberación personal y una acción emancipadora.