Ser una suerte para los demás

Durante la Campaña Pobreza Nunca Más – Actuar Todos por la Dignidad, ATD Cuarto Mundo impulsó la escritura de historias de resistencia y cambio, de luchas colectivas que muestran que si las personas se unen pueden lograr que la miseria retroceda.
Historias de resistencia que ponen en evidencia que la miseria se puede evitar.
Esta historia está escrita por  Hamisi Mpana (Tanzania).

Para niñas y niños que a diario sufren la extrema pobreza vivir cerca de una escuela primaria no significa que puedan acceder a ella. Existen múltiples y complejos obstáculos, como no entender el sistema de traslado de expedientes o el miedo a hablar con personas que ocupan una posición de autoridad.

Nuestra historia habla de Mamá R, una mujer sola con tres hijos. La familia se mudó de otra región al norte de Dar es Salam. Antes del traslado dos de las niñas mayores ya habían iniciado la escuela primaria. Cuando se mudaron, la madre no entendía cómo funcionaba el traslado de expediente y no consiguió que lo hicieran. Intentó seguir la cuestión pero, sin saber leer ni escribir, y tras varios intentos, se desalentó y abandonó. Ver a sus hijos quedarse en casa era motivo de preocupación para Mamá R, y como afirmó, «siempre estaba pensando qué sería de ellos el día de mañana».

Mamá R conoció a un militante Cuarto Mundo que colaboraba en la animación de un grupo de alfabetización de adultos en su barrio y le propuso que se inscribiera a esta clase y que conociera ATD Cuarto Mundo, y así lo hizo. Cuando los primeros voluntarios permanentes de ATD Cuarto Mundo le visitaron vieron que el niño mayor estaba en casa, pero no querían que se sintiera humillada y no preguntaron a Mamá R por la situación. Tras varias semanas de visitas, se puso de manifiesto el tipo de apoyo que buscaba.

Como los voluntarios de ATD Cuarto Mundo conocían algunas escuelas cercanas aceptaron acompañar a Mamá R y a sus dos hijas a una de ellas y reunirse con el director. Entonces, le informaron que en esa escuela contaban con una clase Memkwa, donde se recibe a niñas y niños que han estado alejados de la escuela durante un largo periodo.

El primer encuentro con el profesor de la clase Memkwa fue muy humillante para Mamá R, puesto que el profesor le acusó frente a sus hijas de no cuidar de ellas y dejarlas en casa durante mucho tiempo. Al día siguiente el voluntario de ATD Cuarto Mundo se dirigió al director de la escuela que entendía la situación de la madre y se mostró preocupado par la reacción excesiva del maestro. Le dijo al voluntario que podía venir al día siguiente con la madre y la niña para iniciar las clases. Mamá R, junto con el voluntario, llevaron a la niña que empezó la clase Memkwa.

Días después, las dos hijas de Mamá R se quedaron jugando con sus amigas y faltaron a la escuela.

Los niños necesitan tiempo para adaptarse de nuevo a la rutina, a la estructura y a las normas de la escuela. Para niños que tienen costumbre de quedarse jugando en la calle y sin ir a la escuela, puede resultar un gran reto. Los policías detuvieron a las niñas. Impactado al ver a la policía acompañar a los niños a la escuela, el director expulsó a las niñas.
Mamá R fue a la escuela y pidió al director que reconsiderase su decisión y permitiera a las niñas volver a la escuela, pero se negó. Humillada y desesperada se dirigió de nuevo a sus amigos de ATD Cuarto Mundo. Un voluntario regresó a la escuela y se reunió con el director, con el profesor de la clase Memkwa, con un policía y con el director del comité de la escuela. Todos ellos se mostraban contrarios a su regreso a la escuela.

Por último, cuando le dieron la oportunidad de expresarse, entonces, el voluntario preguntó:

  • «¿Cuál será el futuro de nuestro país si expulsamos a estas niñas?. Si pierden la oportunidad de ir a la escuela también pierden la oportunidad de convertirse, en el futuro, en personas importantes para nuestra comunidad, en un profesor, un policía o un líder local. Si tienen la oportunidad de estudiar, en el futuro nuestro país será un lugar más seguro para ellas».

Después de un largo diálogo, el director aceptó que regresaran a la escuela. A partir de ese momento dar apoyo a las niñas y niños más alejados de la escuela se convirtió en algo prioritario.

El director, el profesor de la clase Memkwa y la madre acordaron intercambiar sus números de teléfono y mantener un contacto regular. Mamá R empezó a sentirse reconocida por la escuela y por los dos profesores, que le recibían muy respetuosamente. Ahora, cuando la madre encuentra alguna dificultad en casa puede informar al profesor de que alguna de sus hijas tal vez falte a la escuela por alguna razón.

Gracias a esto, de nuevo retomó confianza en ella misma a la hora de dirigirse a personas con autoridad y fue capaz de inscribir a su hijo pequeño en la escuela infantil que comenzará este mismo año. Sus hijas mayores van bien en la escuela. Ahora, cuando hablamos con Mamá R, habla con entusiasmo de que, el año que viene, sus dos hijas mayores terminarán sus estudios de primaria.

Para más información sobre ATD Cuarto Mundo y la educación para todos en Tanzania.

Para saber más, visite el blog 1001 Historias de Resistencia