Que ningún niño, ninguna niña se quede atrás en el acceso a la educación

Foto: Animadores corrigiendo tareas.


Ante el Covid-19, se cierran los colegios

Como en la mayoría de los países del mundo, el gobierno de Tanzania intentó controlar la pandemia provocada por el Covid-19 mediante confinamientos y distanciamiento social.

En Abril de 2020, cerraron los colegios, institutos y universidades, obligando a los alumnos a usar otras formas de aprendizaje. El gobierno propuso cursos virtuales y programas educativos en televisión, radio y periódicos.

Sin embargo, no todas las escuelas establecieron planes de seguimiento para acompañar a los niños desde sus casas. En consecuencia, algunos estudiantes no recibieron el apoyo que necesitaban para continuar con su aprendizaje escolar.

Llegar a las familias ahí donde están

Cuando las escuelas cerraron, los animadores de la biblioteca de calle de ATD Cuarto Mundo en Dar es Salaam, Tanzania, sabían que la educación por internet sería imposible para muchas niñas y niños en situación de pobreza, ya que no tienen ordenadores. Esta situación empujó a cinco animadores de la biblioteca de calle, varios de ellos procedentes de esa misma comunidad, a movilizarse junto con los vecinos de Tandale, para proporcionar materiales de aprendizaje a estos estudiantes. En aquel momento, muchos de estos niños se estaban preparando para los exámenes nacionales necesarios para pasar de primaria a la escuela secundaria.

Animadores de la biblioteca de calle visitan a los estudiantes en Tandale.

Guiados por un profesor profesional, los animadores distribuyeron entre las niñas y niños de la comunidad exámenes de práctica y ejercicios inspirados en lo que habían estado haciendo en el colegio. Un profesor los corrigió y se los devolvió con diversas explicaciones para que pudieran seguir aprendiendo. Los animadores acompañaron a los estudiantes en todo este proceso.

Poniendo la atención en los más vulnerables

Este proyecto también se desarrolló en Boko, Chasimba, Tegeta y Machinjioni, otras comunidades que, como en Tandale, ya conocían tanto a los voluntarios permanentes como a los animadores de la biblioteca de calle. Sin embargo, en cada uno de estos lugares los miembros de ATD Cuarto Mundo buscaron implicar a las niñas y niños más vulnerables, así como a sus familias, aunque no les conocieran de antes.

  • Aproximadamente 550 niñas y niños participaron en este proyecto. Muchos de ellos habían abandonado el colegio pero lo retomaron gracias a este esfuerzo común. Otros que aún no estaban escolarizados pudieron inscribirse a través del mismo.

Cuando las escuelas volvieron a abrir, los estudiantes que habían participado en el proyecto tuvieron mejores resultados que los obtenidos antes del cierre de las clases. Muchas familias dijeron que veían a sus hijas e hijos más motivados que antes, más dispuestos a buscar por sí mismos materiales de estudio.

Por otra parte, los animadores habían observado a lo largo de todo el proceso que muchos de los padres y madres de los estudiantes no sabían leer o escribir, lo que les impedía ayudar a sus hijos con las tareas del colegio. El deseo de poder hacerlo motivó a muchos de ellos a asistir a clases de alfabetización.

Familias monoparentales y el acceso a la educación

Los animadores observaron que el impacto del cierre de las escuelas sobre el acceso a la educación de las niñas y niños de hogares monoparentales, era aún más duro. Sin embargo, las niñas lo sufrieron  más debido a que tenían que cuidar a sus hermanos mientras las madres estaban fuera trabajando. Algunas de ellas no pudieron prepararse para los exámenes en el tiempo del que disponían.

A pesar de las dificultades, los animadores están contentos con los resultados del proyecto, ya que los estudiantes estaban deseando participar y seguir aprendiendo. También las madres y padres lo apoyaron, viendo que el proyecto era beneficioso para sus hijos, movilizándose e invitando a otras familias a implicarse. Esto permitió que muchas niñas y niños que no participaban en la biblioteca de calle se unieran también al proyecto.

Que ningún niño, ninguna niña se quede atrás

El hecho de que hubiera más niños de los esperados empujó a los animadores a implicarse más horas de las que habían imaginado. En ocasiones avanzaron más despacio de lo que hubieran querido por falta de fotocopias o de papel, lo que hizo que no todos los estudiantes pudieran recibir los materiales en el momento adecuado.

Sin embargo, ante una crisis como la del Covid, ante el cierre de las escuelas y la constatación de que las propuestas del gobierno eran inadecuadas para estas niñas y niños, la motivación permanente de estos jóvenes animadores fue encontrar maneras de garantizar el acceso de todas y todos a su derecho a la educación, empezando por quienes están en situación más grave de pobreza.

Este proyecto puso de manifiesto una vez más lo difícil que es la vida para muchas familias en Tanzania, pero también revela maneras de hacer juntos para hacer frente a la falta de recursos.

El rechazo a que las niñas y niños de la comunidad no pudieran seguir estudiando, movilizó a madres y padres junto a los animadores de las bibliotecas de calle y otros miembros de ATD Cuarto Mundo, para hacer que, en medio de esta pandemia, ningún niño, ninguna niña se quedara atrás.