¿Estrategias innovadoras? | Isabelle Pypaert Perrin

El miércoles 19 de julio de 2017 en las Naciones Unidas, con motivo del Foro Político de Alto Nivel 2017, el Instituto de la Francofonía para el desarrollo sostenible (IFDD), órgano subsidiario de la Organización Internacional de la Francofonía, en colaboración con el Grupo de Embajadores Francófonos, organizó un evento paralelo titulado «Llevar la ambición del Programa de Desarrollo Sostenible para 2030 hasta el centro de la población: ¿estrategias innovadoras?. Isabelle Pypaert Perrin participó para intervenir acerca de la capacidad de acción de las personas en situación de pobreza así como sobre el objetivo de no dejar a nadie atrás.

«Me gustaría agradecer al Instituto de la Francofonía para el desarrollo sostenible, a la Organización Internacional de la Francofonía y al Grupo de Embajadores Francófonos por la organización de este evento paralelo.

Quiero especialmente agradecer el hecho de haber considerado, para nuestra reflexión común, el tema de la capacidad de acción de las personas en situación de pobreza para la aplicación del programa de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. 
Este enfoque es tan infrecuente que la mayoría de los esfuerzos realizados por las personas en situación de pobreza en el mundo se desconocen:

Esfuerzos para proporcionar un futuro a sus hijas e hijos mientras que la escuela espera tan poco de ellos.
Esfuerzos para hacerse cargo de su medio ambiente, en barrios abandonados, bajo puentes o en las inmediaciones de vertederos donde se ven empujados a vivir.
Esfuerzos por mantener la solidaridad y la paz en sus familias y sus barrios en un contexto de escasez permanente, esfuerzos para no dejar a nadie atrás.

Voahangy y Madeleine de Madagascar forman parte de estas mujeres que no abandonan a sus vecinas y vecinos, cuya vida es aún más difícil que la suya.
Desde hace cerca de quince años, ATD Cuarto Mundo apoya actividades generadoras de ingresos, iniciadas por habitantes de los barrios bajos de Antananarivo para mantener a sus familias.
A domicilio confeccionan obras que bordan o tejen. Para aquellas personas que viven las situaciones más graves de pobreza y peores condiciones de vivienda, es difícil producir obras de calidad.
Voahangy y Madeleine se dieron cuenta de esta situación. Entonces, empezaron a recibir en sus propias casas, de manera voluntaria, a aquellas personas que tenían más dificultades, para poder bordar juntas.
Al actuar de este modo, producen menos, y toda su familia paga el precio de su decisión, pero, sobre todo, lo que ellas persiguen es lograr tener éxito conjuntamente.

En Suiza, Gérald y otras personas adultas mantienen un dialogo abierto con las autoridades de sus países y actúan para poner fin a las medidas de internamiento y acogimiento que afectan a tantas familias pobres en Europa.
Siendo niños, en razón de su situación de pobreza, ellos mismos sufrieron la separación de sus familias, el internamiento en instituciones o la obligación de trabajar en granjas, con frecuencia privados de una verdadera instrucción y de la posibilidad de aprender un oficio.

En Bangui, jóvenes como Herbert, Grace y Cédric, en lo más profundo de la crisis que atravesaba su país, asumieron el riesgo de llegar con libros, cada semana, hasta las niñas y niños refugiados junto con sus familias en la pista del aeropuerto, con el objetivo de que su inteligencia no se perdiera.

En Bukavu, Iringue y otras niñas y niños suben la colina con cubos llenos de tierra. Ayudan a reconstruir la casa familiar de uno de ellos. Sus padres se esfuerzan para mantener a sus familias trabajando como cargadores y están orgullosos de ver que les han trasmitido este mismo valor.

Para todas las personas como ellas, es un inmenso impulso saber que la comunidad internacional afirma en su programa de desarrollo que es necesario poner fin a la miseria y no dejar a nadie atrás.

Únicamente un enfoque que no deje a nadie atrás es un enfoque respetuoso de los derechos humanos, afirmaron las personas en situación de pobreza cuando evaluamos conjuntamente el impacto de los objetivos de desarrollo del milenio.

Con motivo de esta evaluación que se llevó a cabo durante dos años y que contó con la participación de más de 2 000 personas de 22 países, afirmaron también que habían percibido el objetivo de reducir a la mitad la cantidad de personas que viven bajo el umbral de la pobreza antes de 2015 como un profundo abandono y como una motivación a los sectores públicos y privados para que centrasen su acción de lucha contra la pobreza en personas de más fácil alcance, excluyendo a las demás y abandonándolas en una situación de pobreza todavía mayor. Lo vivieron como una gran violencia, diciendo: los proyectos de desarrollo que no se piensan con nosotros se vuelven contra nosotros.

Los Principios Rectores sobre la Extrema Pobreza y los derechos humanos, aprobados en 2012 por las Naciones Unidas, no dicen otra cosa cuando recuerdan que no dejar a nadie atrás significa verificar permanentemente que los programas y políticas de lucha contra la pobreza llegan hasta las personas más difíciles de alcanzar.

O también cuando hacen un llamamiento para que se creen mecanismos de participación donde se consulta a las personas en situación de pobreza a través de organizaciones y grupos mediante los que deciden expresarse, y son verdaderamente asociados a la elaboración, a la ejecución y a la evaluación de los proyectos y políticas.

  • ¿No estamos, por tanto, ante un nuevo enfoque que permitiría superar el gran desafío que plantea la orientación inscrita en la agenda 2030?

Joseph Wresinski, fundador de ATD Cuarto Mundo, nacido en Francia hace cien años en un centro de internamiento de personas indeseables, nos enseñó que las personas que viven en situación de extrema pobreza son los socios ausentes. Están ausentes de nuestros lugares de concertación y de decisión. Hacer que puedan estar presentes en esta mesa, donde la humanidad piensa su futuro, constituyó la parte esencial de su lucha durante toda su vida.

 

Por eso movilizó a muchas personas que no dejan de emprender el camino para alcanzar a quienes la miseria todavía mantiene al margen. Creó espacios de reunión y de encuentro en el que personas en situación de pobreza y otras podían encontrarse sin tener miedo unas de otras, pensar en igualdad y poner en común todo su valor e inteligencia. También movilizó a personas de diferentes sectores de la sociedad, dispuestas a recibir como socios a quienes se encuentran en situación de miseria.

Por último, creó lo que finalmente será el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. El 17 de octubre, quienes resisten a diario la miseria ocupan un lugar protagonista. Al sumarnos a ellos, afirmamos que su contribución es imprescindible para el desarrollo de nuestros países, para la creación del mundo futuro, pues ya con toda su vida, su valor, su inteligencia, sus sufrimientos y esperanzas contribuyen a su construcción. Su experiencia de resistencia a la miseria les otorga una perspectiva única, un saber del que no nos debemos privar para inventar juntos un futuro para todos.

Aquí, en esta sala, somos realmente conscientes de ello, pero, ¿cómo hacer para que a nuestro alrededor todos puedan reconocerlo, tanto en nuestras diferentes instancias como en nuestros diferentes espacios de concertación y de diálogo?.

Las personas más pobres en el mundo son actores de cambio, actores de derechos humanos, lo hemos afirmado. Su acción es decisiva pero no pueden permanecer solos, necesitan de la movilización y de la acción de todos. Nos llaman a sumarnos y a comprometernos junto a ellas.

Esta movilización de todas las personas, es lo que proponemos mediante la campaña «POBREZA NUNCA MÁS» que les invito a descubrir en el sitio web pobrezanuncamas.org

En él encontrarán un mosaico confeccionado con rostros y firmas: personalidades de las Naciones Unidas, ministros, intelectuales, profesionales y artistas, pero también padres y madres, jóvenes, niñas y niños de diferentes países que se alzan contra la miseria.

Este mosaico expresa que la pobreza es una forma de violencia que provoca humillaciones, encierra en el silencio y destruye vidas.
 Sin embargo, la miseria no es inevitable. Así como rechazamos la esclavitud y el apartheid, rechazamos la extrema pobreza y el derroche humano que representa. Quienes la sufren no dejan de resistir y el mundo necesita de su inteligencia y valentía para superar los desafíos que afronta. En el mundo entero, personas en situación de exclusión se hacen oír y actúan, otras se suman a ellas para construir juntas un mundo de paz que no deje a nadie atrás.

Juntos, crean una corriente de rechazo a la miseria.

 

Fotografías: © Eric Fuller