Reinventar el mundo con la infancia

Dibujo: Estar juntos, 1994, Holanda © Wim Oostdam y Annelis Wuillemin / ATD Cuarto Mundo / CJW-AR1000101276_08

Intervención de Isabelle Pypaert Perrin, Delegada General de ATD Cuarto Mundo, en el Webinar Internacional de Arigatou el 18 de noviembre de 2020, durante la sesión "Juntos podemos acabar con la pobreza infantil".

En primer lugar, quiero dar las gracias a todas las personas que hablaron antes que yo, especialmente a los niños y niñas.
¡Saben transmitir lo esencial!

Todos los niños y niñas son sensibles a la injusticia, y quienes crecen en la pobreza todavía más porque experimentan el rechazo, hacia sÍ y hacia sus familias, y anhelan el respeto.
Aprenden la valentía, la dignidad y la solidaridad de sus padres y madres que trabajan duramente cada día para poder vivir a pesar de todas las dificultades.

Desde el principio, participan en la vida y la lucha diaria de sus familias y comunidades porque perciben desde una edad temprana que las vidas de sus mayores son demasiado difíciles y buscan hacer su parte. Djuma, que tiene 11 años, nos dijo recientemente: «Este período de la epidemia es el peor que he vivido. No nos queda nada, tenemos hambre. A mis padres no se les permite salir a trabajar, porque si salen les pueden poner una multa que no podremos pagar. Así que yo soy el que sale a buscar algo de comer».

Los hijos e hijas de las familias más pobres ya están en acción. En términos de participación, podemos decir que van por delante del resto.

Pero sea cual sea la clase social en la que viven, todos los niños y niñas pueden movilizarse contra el abandono y la marginación. Para ello, hay que darles la oportunidad de actuar donde están y encontrar personas adultas que les escuchen y compartan sus deseos.

Por eso el Movimiento Cuarto Mundo ha creado Tapori: un movimiento de amistad entre niños y niñas de todos los orígenes y de todos los países, donde a través de encuentros, campañas, cartas y una publicación periódica, pueden compartir sus realidades, reflexionar juntos sobre los temas que se cuestionan y movilizarse a largo plazo para encontrar soluciones a situaciones de injusticia.

  • Así, el grupo Tapori de una gran ciudad donde la guerra ha hecho estragos durante años, se ha dado la misión de ser «amigo de los sin techo». Han elegido visitar a otros de su edad, ex niños soldados a los que todos temen. Han invitado a niños y niñas refugiados de países vecinos que saben que están solos y son víctimas de abusos a que se les unan en sus actividades
  • «Un niño es un niño», dicen, «¿por qué hay niños a quienes se les aparta?»
  • En otro lugar, Marie, que es profesora, reflexiona con su grupo de clase sobre los derechos de la infancia y concretamente sobre el derecho a la educación. Se dicen: «¿Qué tal si aplicamos esto ahora mismo en nuestra clase asegurándonos de que no quede nadie sin aprender? Al final del año, el grupo de clase completo debe pasar al siguiente curso. Y vamos a escribir todo lo que vamos a hacer para conseguirlo»
  • Gracias a esto, la atmósfera en el aula cambia. No más burlas, no más niños ni niñas dejados al margen, nadie que diga: ¡este o aquella son  unos inútiles! Y en lugar de eso, más cooperación y apoyo mutuo. ¡Y hasta los padres se han involucrado!
  • En otro país, en el aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, el grupo Tapori de un barrio marginado de las afueras de la capital organizó un encuentro entre sus familias y el alcalde de su comuna para contarle todos los esfuerzos que habían tenido que hacer en los últimos diez años para vivir en esas parcelas que aún no les habían sido asignadas y en las que la formalización de los títulos de propiedad era lenta. El alcalde de la comuna está muy impresionado por lo que le ha dicho el grupo Tapori y ha tomado conciencia de la urgencia de avanzar en resolver  la cuestión de los títulos de propiedad y así garantizar el derecho a una vivienda digna para las familias.
  • El año pasado, Paula, Alma y Raquel, delegadas de su grupo Tapori, hablaron en las Naciones Unidas en el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.
  • Expresaron su deseo de que todos los niños tengan las mismas oportunidades, pero también dijeron algo más inesperado: «Con todas las dificultades de nuestras vidas, es difícil ser niños. Pero creemos que es aún más difícil ser adultos, como nuestros padres, porque además de todo lo que llevan, se preocupan por nosotros todo el tiempo. Ellos son los que necesitan ser apoyados».
  • Raramente oímos palabras así. Para que los niños que crecen en la pobreza puedan decir públicamente que sus padres son héroes, tienen que haber recorrido un largo camino para superar la vergüenza y atreverse a expresar su orgullo por su comunidad.

Pero, ¿qué hace falta para que se escuche a cada niño y cada niña, y especialmente aquéllos que tienen vidas muy difíciles?

Veo tres condiciones:

  • La primera es que puedan conocerse y vincularse a largo plazo, en la amistad y el intercambio de conocimientos, en un espíritu de cooperación y no de competencia, y que puedan aprender a reflexionar sobre lo que ven, a reaccionar, a hablar no sólo a título personal sino también pensando en los demás.
  • La segunda condición es que las personas adultas se comprometan con ellos y creen las condiciones para que cada niño y niña encuentre su lugar y pueda expresarse sobre la base de su experiencia. Esto presupone que estas mismas personas adultas se esfuerzan por estar atentas a los más desfavorecidos y por superar los prejuicios que todas nuestras sociedades construyen hacia las personas y comunidades pobres.
  • La tercera condición es que debemos prepararnos para oír mensajes que nos sacudan. Lo peor que podría pasar es que los niños y niñas estuvieran allí para ilustrar lo que pensamos y que pongamos nuestras palabras en sus bocas. Pero si se les deja decir lo que hay en sus corazones, ¡nos llevarán a algo inesperado y nuevo! Y, para inventar el futuro, nuestro mundo necesita desesperadamente lo que los niños aportan desde sus corazones y sus mentes.