Noticias de Beirut

Pintura : «Destruction», acrílico en tela, 2009, Suisza © Nelly Schenker – Centro Joseph Wresisnki – AR0200703001


Carta de la delegación general de ATD Cuarto Mundo dirigida a todos los miembros del Movimiento, 12 de agosto de 2020.

Estimadas amigas y amigos:

Desde el anuncio del terrible desastre que azotó Beirut el pasado martes, hemos intentado ponernos en contacto con los amigos y amigas del Movimiento allí, en especial con los miembros de Beituna, la asociación colaboradora presente en el barrio de Naaba, barrio popular que da acogida a familias en situación de extrema pobreza. Nuestra relación con ellos inicia a principios del 2000 y desde entonces no ha dejado de fortalecerse, a través de encuentros, colaboraciones y momentos compartidos de gran intensidad. Sabemos que formamos parte de una misma familia, una familia reunida a través de Joseph Wresinski.

Nos ha aliviado saber a través de Maya, libanesa y voluntaria permanente de ATD Cuarto Mundo desde hace tres años, que a día de hoy ningún miembro de Beituna ha sufrido daños físicos. Aun así, el total de pérdidas humanas y materiales es muy grande, con personas muertas, miles de heridas, cientos de miles de familias que se encuentran sin nada y hospitales destruidos.

  • Maya y los miembros de Beituna nos dicen que, ante  este paisaje apocalíptico, la ciudadanía de Beirut enseguida se ha unido para aportar consuelo, para ayudarse mutuamente, y para expresar su ira y su sed de cambio.

Con su acuerdo, reproducimos aquí lo que los miembros de Beituna nos han escrito y las reflexiones de Maya a través de Skype.

Rosy dedica todas sus energías y su creatividad a apoyar a las personas que animan la biblioteca infantil y escribe lo siguiente: «Gracias a Dios, estamos todos a salvo, hay daños materiales, cristales rotos. Desgraciadamente hay demasiadas víctimas, hay demasiadas personas heridas. El Líbano ha pasado ya por demasiadas catástrofes. Gracias a Dios siempre las hemos superado, como indica el antiguo nombre del Líbano, Fenicia, nuestro país es como el fénix que siempre renace de sus cenizas. Necesitamos muchas oraciones. Gracias por estar a nuestro lado».

En su angustia, Georgia y Janine, colaboradores desde hace mucho tiempo de Beituna, nos piden también que mantengamos la cercanía con este valiente pueblo libanés y, en especial, con las personas más pobres que sufren continuamente interminables penalidades.

Así como Carolina, cuyo apartamento ha sido destruido, y que constata que: «En mi familia cercana nos hemos librado, algunos tíos y tías hay sufrido leves heridas… No sé qué decir». Y añade: «Gracias por vuestros pensamientos, que vuestros pensamientos estén con las personas que más sufren».

«Es demasiado. ¿Vamos a esperar hasta que nuestras vidas y sueños queden de este modo atrás, sin hacer nada», se indigna Maya.

Su testimonio y reflexiones ponen de manifiesto el sufrimiento y la cólera de la ciudadanía de Beirut, pero también la extraordinaria solidaridad que rápidamente han desarrollado.

«Con Insan, una asociación colaboradora, hemos repartido comida caliente en el barrio de Carentina, junto al puerto, donde viven muchas familias pobres. Otras asociaciones también hacen lo mismo. Las familias cuentan que hay muchas personas muertas o heridas. Los edificios, muy viejos y en muy mal estado, están destruidos. Es peligroso volver. Es una situación muy grave, pero las vecinas y vecinos dicen que hasta la fecha ninguna autoridad del país ha venido a visitarlos.

Un hospital público cerca del puerto se ha destruido por completo. Han muerto enfermeras y enfermeros. También se ha destruido un centro de salud municipal donde el Ministerio de Salud distribuía medicinas para personas con enfermedades graves y sin seguro médico.

  • Muchas personas jóvenes, de entre 25 y 40 años, que trabajaban en el puerto o que venían a buscar trabajo, han muerto o están gravemente heridas por los cristales de la explosión. Cuando se declaró un primer fuego, los bomberos recibieron la orden de acudir a apagarlo. Fueron y no había ninguna autoridad del puerto, únicamente este grupo de bomberos constituido de jóvenes, hombres y mujeres. Todavía no se ha encontrado a siete de ellos.

A día de hoy1, contamos 170 personas muertas, 5 000 heridas, muchas personas desaparecidas y 300 000 personas que han perdido su vivienda. El desastre ha afectado a todas las personas, ricas o pobres. En cada familia hay algún herido o alguien que ha perdido a una persona allegada. Pero las familias pobres van a tener mayores repercusiones económicas y consecuencias a largo plazo.

Al mismo tiempo, es bonito ver a los jóvenes de otras partes que vienen a ayudar a limpiar, a quitar los cristales y las piedras, sumándose a las asociaciones que ya están actuando. En la calle, cada diez metros, hay una mesa con agua o algo de comer para los niños y niñas, para los trabajadores o para las familias que limpian los restos de sus casas.

La gente está preocupada y estresada. Muchas personas piensan que hay que presionar a las autoridades del país para que las cosas cambien. Desde 2014 las autoridades tienen conocimiento de la existencia de estos productos peligrosos en el puerto y no han hecho nada. Antes de este desastre, la crisis ya afectaba a todos los ámbitos, dificultando mucho la vida: los precios de los alimentos son muy altos y las familias apenas logran comprar lo necesario, pero no para comprar carne, leche o productos de limpieza. No tienen electricidad o, cuando la tienen, se interrumpe continuamente y es mucho más cara que antes. Cada mes, para poder cobrar el salario, hay que permanecer durante horas y horas frente al banco para tener algo de dinero, una pequeña cantidad que ni siquiera da para vivir porque todo es más caro. Hay personas pobres que mueren junto al hospital porque no tienen dinero para que les atiendan. Y, sin embargo, nuestro país es rico, ¿cuál es el motivo de esta crisis económica con consecuencias tan graves? Con este desastre, la gente dice: «Es demasiado. ¡Esto tiene que cambiar!».

Maya añade: «Con los miembros de Beituna vamos a participar de manera precisa en este impulso de solidaridad que aumenta a cada instante. Porque todas las personas, sean pobres o no, quieren y necesitan participar».

Como Movimiento queremos mantener nuestra cercanía y solidaridad con nuestras amigas y amigos que afrontan con tanto valor este desastre y que viene a sumarse a todo lo que ya vivían.

Un cordial saludo.

Con Huguette Bossot-Redegeld, delegada regional para Oriente Próximo,

  1. 12 de agosto