Mantener el ideal de justicia en su corazón

Entrevista con Joseph Wresinski,  France Culture,  24/12/1984 © ATD Quart Monde / PH0070845123.


Extractos de una conferencia1 pronunciada por Joseph Wresinski en los Países Bajos el 15 de noviembre de 1986.

En esta conferencia, Joseph Wresinski explica las razones que le llevaron a proponer el lema «Justicia en el corazón» para la campaña de 1987 que conmemoraba el 30.º aniversario de la fundación del Movimiento ATD Cuarto Mundo. La campaña culminó con la inauguración de una placa conmemorativa en honor a las víctimas de la pobreza en la Explanada de las Libertades y de los Derechos Humanos en París, el 17 de octubre de 1987.

La justicia de las leyes no es la justicia del corazón humano

  • ¡Qué cese la injusticia… es lo que aparece como un grito durante toda la película que acabamos de ver: «¡Ya basta, todo tiene un límite…»! Pero las personas también nos hablan de este modo, la madre que dice: «¡Que cese la injusticia»! ¿Qué es lo que realmente nos quieren decir con ello?
  • Quieren decir que es necesario que al fin llegue la justicia. Pero, ¿qué es lo que significa eso para ellas? Nuevas leyes, por supuesto, ¿una nueva legislación que asegure una renta garantizada, la seguridad de un empleo, una vivienda digna? Naturalmente, las familias de esta barriada francesa y las otras familias de diferentes partes del mundo que vemos en la película, reunidas en una movilización internacional en París, quieren todo eso. Es su derecho y somos responsables de que logren toda esa seguridad, amparada por la ley. Sin embargo, todas estas familias que viven en situación de gran dificultad, a las que conozco desde hace treinta años, en toda Francia, en Europa y en el mundo, nunca se han contentado con esta justicia legislativa, con esta justicia únicamente basada en el derecho. En París y Marsella, en Londres y Múnich, en Dakar y Puerto Príncipe, las familias siempre me han hablado de otra justicia, la justicia del corazón.
  • «¿Cómo puede la gente ver sufrir a mis hijos en la escuela sin que se les rompa el corazón?»… «¿Cómo puede un empresario tener tan poco corazón y despedir a mi marido?»… «¿Cómo puede una trabajadora social tener el corazón tan duro y ser tan injusta de acusarme de no ser una buena madre?». El verdadero grito de las familias, el grito de ustedes, familias de los Países Bajos, ¿no es en primer lugar este? «¿Cómo han tenido el corazón tan duro como para herirnos, despreciarnos, humillarnos, hacernos sentir constantemente que no somos nada?».

La más terrible de las injusticias

  • «No es justo, en primer lugar, esto es lo que no es justo», dicen ustedes con frecuencia cuando nos encontramos en la granja de Wijhe [Sede del Movimiento ATD Cuarto Mundo en Países Bajos y Casa Familiar de Vacaciones]. La primera injusticia, la primera que debe terminar, es la injusticia del corazón. La más terrible de las injusticias es la que hace que un ser humano se pueda creer superior a otro, que se crea con derecho a despreciarlo.
  • Pienso en esta mujer holandesa de Coevorden que me contaba como de niña y de joven vivía con sus padres en una barcaza. «Nuestra casa estaba bien, estaba limpia», me decía ella, pero las personas del pueblo no pensaban eso. «Nos despreciaban, pensaban que no éramos gente limpia y mis compañeros de clase no podían venir a jugar a mi casa, a la barcaza».
  • Fue esta injusticia del corazón, esta injusticia en los ojos de su entorno lo que hizo que la joven, que luego se convirtió en esposa y madre, entendiera todas las demás injusticias, las de las leyes. Hoy entiende por qué se ve obligada a vivir con su familia en un piso que lleva más de diez años esperando que lo arreglen. Espera un año tras otro porque la ciudad tiene una política de ahorro. Sin embargo, siempre es el edificio en el que vive el que se termina eliminando del presupuesto municipal.

En la escuela se les decía

  • Injusticia escandalosa, puesto que el ayuntamiento proporciona a otras familias con más medios una buena vivienda. Pero la madre, ella, sabe de donde proviene esta injusticia en la gestión de su ciudad. Los funcionarios que se ocupan de su expediente en las oficinas municipales eran niños cuando ella era pequeña. En la escuela se les decía que en las barcazas vivían personas sucias, niñas y niños con los que no había que jugar. De pequeños estos funcionarios no aprendieron esta justicia del corazón que afirma que todo niño es un hermano, un compañero.

Entonces, hoy en día, ¿cómo podría haber justicia en sus expedientes, en sus leyes?

Los derechos humanos son, en primer lugar, una cuestión de seres humanos

  • Esta madre de la que os hablo, que nos contaba todo esto, de esta manera sencilla, también decía: «Durante mucho tiempo no he podido hablar de todas estas cosas con nadie. Hoy, aquí, puedo contar lo que he vivido, porque aquí, hay gente con la que podemos hablar». Los derechos humanos son, en primer lugar, una cuestión de seres humanos.
  • «Gente con la que podemos hablar», afirmaba esta madre. Esto es lo que dicen todas las familias que vienen a la granja de Wijhe. «Aquí hay gente con la que podemos hablar». ¿Por qué podemos hablar con estas personas? Porque tienen un deseo profundo, poderoso, de escuchar, de entender, de compartir. Porque la justicia no es algo que únicamente existe en sus cabezas y en su discurso, sino que está en su corazón. Esta justicia que hace que cuando otra persona sufre, uno mismo sufre. Cuando se humilla al otro, uno mismo se siente humillado.

El voluntariado permanente ATD Cuarto Mundo

  • Quiero decirles unas palabras sobre estos voluntarios «con los que se puede hablar», y que ustedes, con razón, llaman «permanentes». ¿En qué son permanentes? Son permanentes en la justicia del corazón que hace que durante el día trabajen, actúen y vivan con las familias. Justicia del corazón que hace que, incluso de noche, se despierten preocupados por no haber hecho lo suficiente. Preocupados por lo que se debe hacer mañana para que cese la injusticia en el corazón de las personas. Porque entonces, esta injusticia también dejará de existir en las leyes.
  • Estos «permanentes», estos voluntarios, han aprendido de las familias del Cuarto Mundo que la extrema pobreza es la violación más absoluta de los derechos humanos. En el Cuarto Mundo, en efecto, no existe ni derecho a la educación, ni derecho al trabajo. No hay ni libertad para elegir un hogar, ni medios para asociarse libremente a una organización de su elección.
  • «Las otras personas no nos ven, es como si no existiéramos», dicen las familias. Y quienes no existen, ¿qué lugar tendrían en nuestros sindicatos o partidos políticos, en nuestras iglesias o asociaciones?

Un Movimiento de derechos humanos

  • La extrema pobreza es una negación de todos los derechos humanos, ya sean políticos, económicos, sociales o culturales. Las familias del Cuarto Mundo y los voluntarios y voluntarias permanentes lo han aprendido, lo han entendido juntos. Y ustedes, aliados que han venido a sumarse a ellos, también lo han entendido. De este modo, en treinta años, el Movimiento ATD Cuarto Mundo, un Movimiento de derechos humanos, ha crecido y se ha fortalecido.
  • Sin embargo, en el mundo hay muchas organizaciones de derechos humanos. ¿Somos diferentes? Yo creo que, gracias a ustedes, las familias del Cuarto Mundo, no somos una organización como las demás. ¿Por qué?
  • Porque para nosotros, los derechos humanos únicamente existen si se garantizan incluso a la familia más desfavorecida, la más olvidada, la más rechazada, la más despreciada. Y porque para nosotros, los derechos humanos están asegurados, garantizados, a largo plazo, cuando no solo se respetan en la legislación, sino ante todo en el corazón y en la vida personal de los seres humanos.

Mantener el ideal de justicia en su corazón

  • Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en nuestros países de Europa Occidental hemos experimentado un gran avance en materia de derechos humanos. Nadie puede negarlo: nuestros países se han dotado de buenas legislaciones. Aunque los holandeses, los franceses, los belgas, los alemanes y los británicos no han mantenido el ideal de justicia en su corazón. Poco a poco se han ido convenciendo de que la justicia se podía reducir a una cuestión de legislación.
  • Los derechos humanos, sin embargo, habían brotado en el corazón de las personas. Hombres y mujeres habían luchado por ellos, porque su corazón creía en el carácter y valor único de todos los seres humanos. Y poco a poco, sin que nos diéramos cuenta, hemos hecho de esta cuestión del ser humano por el ser humano, de esta cuestión de fe y de corazón, hemos hecho un asunto únicamente de las estructuras políticas y jurídicas de nuestras sociedades.
  • Por eso nuestros corazones permanecían silenciosos cuando veíamos a una familia viviendo en un cuchitril, niñas y niños profundamente desgraciados, excluidos y rechazados en clases escolares separadas. Nuestros corazones estaban vacíos de justicia y hemos podido soportar que familias, niñas y niños, que los trabajadores vivan en la miseria. Con frecuencia hemos terminado por despreciarlos debido a su pobreza. Los hemos reprendido porque no se aprovechaban de nuestras leyes.

Una cuestión de cada ser humano

  • ATD Cuarto Mundo tiene por vocación recordar la verdadera historia de los derechos humanos. Las familias del Cuarto Mundo nos recuerdan que debemos retomar el hilo conductor de la historia de un ideal que nace del corazón de todos los seres humanos, porque amaban la humanidad. Los derechos humanos son una cuestión de corazón, de fe, una cuestión de civilización. Una cuestión de cada ser humano: son hombres y mujeres que creen que es algo que les atañe, la causa de su vida, son las personas que forman este voluntariado cuyas familias piensan que pueden compartir todo el sufrimiento causado por esta injusticia del corazón, mucho más de lo que les hace sufrir la injusticia.
  1. Texto inédito (original : francés), Archivos Centro Joseph Wresinski, ATD-CJW 0779/40.