Los míos son mi fuerza. Entrevista a Martine Lecorre

Martine Le Corre lleva cincuenta años  siendo militante en Cuarto Mundo. A lo largo de esas cinco décadas de compromiso ha ido al encuentro de los más pobres en muchos países y ha asumido diversos grados de responsabilidad.

Martine Le Corre presenta el libro Les miens sont ma force (los míos son mi fuerza)en ediciones Quart Monde – Bord de l’eau, en Francia.

Con tan solo dieciocho años, a mediados de los años setenta, en la Francia de los «marginales», Martine se debatía entre el deseo de luchar para alcanzar la felicidad que le había sido negada desde siempre y otro deseo, ardiente, de dejarlo todo, harta de aquella agotadora existencia. Hasta que un encuentro inesperado dio un vuelco a su vida.

Han pasado cincuenta años, y Martine Le Corre ha relatado vívidamente su lucha por la dignidad junto a los suyos. Nacida en una familia de 14 hermanos, creció en un barrio desfavorecidao de las afueras de la ciudad francesa de Caen, en Normandía. Su encuentro con los voluntarios del Movimiento ATD Cuarto Mundo lo cambió todo.

Los comienzos no fueron fáciles, pero Martine se sintió rápidamente identificada con el mensaje del fundador del Movimiento, el padre Joseph Wresinski. Hay un combate pendiente para salir de la fatalidad, y no será posible ganarlo sin la implicación de los más afectados, es decir, ella y los suyos, su gente.

Les miens sont ma force (Los míos son mi fuerza) es el relato de una vida de pasión y compromiso, un camino de liberación, un combate para cambiar la sociedad y permitir que se considere a las personas más pobres como actores y actrices indispensables en la lucha contra la miseria.

¡Un libro motivador y apasionante!

Extracto del libro

  • Hay palabras que te honran, te hacen crecer y te elevan: capaz, inteligente, interesante, creativa, sociable… Y otras que te reducen, te devoran y te destruyen: excluida, inadaptada, asocial, escoria, inútil. Mi carácter, precisamente, se ha forjado con estas últimas palabras, al igual que el de las personas de mi entorno. Se nos ha relegado, hemos sufrido la humillación, las separaciones forzosas, las expulsiones, el aislamiento, ser juzgados y rechazados, la vergüenza y el desprecio. Esas palabras, todas y cada una de ellas, han surtido algún efecto en nuestras vidas y nuestra historia común. Me sometí a ese juicio expresado por otros; acabé interiorizando esas palabras y creyendo que mi vida no valía gran cosa. Me faltaban las palabras que sirven para expresar la injusticia, para denunciar, las palabras para defenderme.
  • Lo he compensado con creces, no hay duda, pero no empezó a suceder hasta que me crucé con el Movimiento ATD Cuarto Mundo. Fue ahí cuando me atreví, hablé, escuché, denuncié, reivindiqué y expuse, cuando controlé mi discurso, reflexioné y aprendí a creer que yo no soy un cero a la izquierda y que mi entorno es portador de valores. Con el Movimiento he aprendido a descubrir nuestra inteligencia comunitaria, nuestra solidaridad y nuestra sabiduría. No solo aquellas nuevas palabras cobraron sentido, sino que además descubrí que esas palabras pueden transformarse en acción.

Entrevista a Martine Le Corre

¿Qué le impulsó a escribir sobre eso que usted describe como un «camino de compromiso plagado de obstáculos»?

La idea de escribir surgió con Joseph Wresinski, fundador de ATD Cuarto Mundo. Yo le visitaba prácticamente todos los meses en Méry-sur-Oise y manteníamos largas conversaciones sobre todo tipo de temas, ya entonces estábamos con ganas de escribir juntos un libro. No nos dio tiempo de llevar el proyecto a cabo. La idea se retomó tras su fallecimiento en 1988, pero el primer resultado no terminó de convencerme.

Lo que me emocionaba era hablar de la noción del compromiso, explicar el cambio que eso supone en una vida. Me hubiera gustado escribir un libro en el que hablaran más voces, pero no fue posible, así que empecé a hacerlo por mi cuenta. En este libro intento explicar los momentos clave de mi recorrido en el compromiso con la mayor franqueza posible. Espero que lo reciban como un libro para animar al diálogo, a conversar con profundidad.

En este libro describe su trayectoria para convertirse en militante de Cuarto Mundo. ¿Qué es para usted la militancia?

Es un compromiso por y con los demás. Convertirse en militante de Cuarto Mundo implica aprovechar las oportunidades para cambiar la propia vida y vincularla a la de los demás. La profundidad de la militancia está en ese anclaje profundo hacia los tuyos, los más pobres, es eso que vives con ellos. Eso transforma tu vida. Es algo tremendamente exigente porque, para empezar, es un espejo en el que mirarse: tengo que fijarme en lo que he de cambiar en mí para estar a la altura de mis ambiciones hacia los demás. La militancia nos da los medios de ser actores de nuestra propia vida. El camino de la militancia me ha dado una fortaleza increíble.

En su libro la palabra «resistencia» aparece a menudo. ¿Qué sentido tiene para usted?

Es evidente que los más pobres son auténticos resistentes frente a la vida de miserias que les imponen. Resulta increíble ver en qué situaciones sobrevive la gente, ya sea en Francia o en cualquier otro lugar del mundo. Tienen que resistir a todo por lo que la sociedad les hace pasar. La resistencia se ejerce en varios niveles. Hay que resistir ante los que te provocan, para los cuales tienes que estar constantemente demostrando lo que vales, que preguntan constantemente por quién te tomas cuando avanzas un poco. También tienes que resistir ante ti misma, a esa vocecita que te dice que ahí no estás en tu sitio, que te las estás dando de algo… Es muy doloroso. Mi vida no ha sido un largo río tranquilo. He avanzado, he ido marcha atrás, he vuelto a avanzar… No reniego de todo eso.

Habla del papel que han desempeñado los voluntarios y voluntarias en su recorrido. ¿Cómo ve el voluntariado en ATD Cuarto Mundo?

Es una base. Creo profundamente en el voluntariado tal y como yo lo he conocido. Son muchas las esperanzas que tengo depositadas hoy en día en los voluntarios; también exigencias. Necesitamos personas que no se estén buscando a sí mismas, que estén convencidas de que la miseria es una violencia profunda, que estén dispuestas a comprometerse diariamente con las familias más empobrecidas para luchar codo a codo en combates que cambien sus vidas. Eso implica proximidad vital, enfrentamiento, aceptar que hay que pelear, reflexionar y hacer reflexionar.

En el libro cito el testimonio de Monsieur Alexandre, militante en Burkina Faso, que recuerda que ATD Cuarto Mundo permite a quienes no viven en la miseria que cambien su mirada sobre los más  pobres; permite que se transformen, mejoren y, a veces, vean cómo cambian sus vidas. A las personas más pobres les cuesta mucho más cambiar sus vidas. De modo que es con ellos con quien hay que estar, y eso es lo que tienen que priorizar los voluntarios.

La formación de los voluntarios es fundamental, y no hay duda de que tenemos que reforzarla. Tal vez estemos demasiado centrados en la teoría, en lo que a formación se refiere, cuando en este Movimiento tenemos la suerte increíble de contar con muchas personas que están en la acción, en la práctica. Tenemos que inspirarnos más en ellas.

«Creo que en la actualidad podríamos atrevernos a más», dice usted al final del libro. ¿A qué le gustaría que se atreviera ATD Cuarto Mundo?

A pelear más, a decir que no, a poner en tela de juicio, interrogarse una y otra vez, implicarse en combates reales para provocar auténticos cambios; atreverse a denunciar, enfrentarse más a las políticas y cuestionar nuestras asociaciones; atreverse a asumir cosas juntos sin olvidar que nuestros primeros colaboradores son los más pobres, atreverse a aprovechar las experiencias de todos y cada uno… ¡Atrevámonos más, en muchos aspectos!