Estados Unidos. Experiencias de personas en situación de pobreza durante la COVID-19

Fotografía: Lo sentimos, está cerrado. Covid-19”. © Anastasiia Chepinska


Artículo de Naomi Norberg , publicado durante la pandemia en la web de ATD Cuarto Mundo EEUU (en inglés)

Quédese en casa, mantenga la distancia, lávese las manos… Con el creciente número de órdenes de confinamiento en el país, todos sabemos la importancia del distanciamiento social y el lavado de manos para evitar la propagación del Covid-19. Sin embargo, el cumplimiento de las normas de distanciamiento social crea problemas adicionales para las personas en situación de pobreza. Muchos no tienen un lugar seguro donde refugiarse, otros viven en condiciones de hacinamiento en las que no se pueden mantener las distancias de seguridad, otros viven sin electricidad ni agua debido a la falta de infraestructura. La sensación de aislamiento que ya existía antes, ha aumentado a medida que el virus y las directrices establecidas para contenerlo han impuesto no sólo restricciones, sino también soluciones fuera del alcance de muchas personas en situación de pobreza.

Estas «soluciones» para evitar quedarse en casa en un mundo digital cambiante consisten en utilizar el transporte privado, Internet y los servicios telefónicos: hacer un pedido en línea o hacer una llamada para recoger sus compras comestibles o hacer que se los entreguen. O hacerse el test para el Covid-19 desde el propio coche. ¿Pero qué pasa si no tienes un coche? ¿Qué pasa si no puede pagar la cantidad mínima requerida para la entrega de los comestibles o comprar en el SNAP (programa de asistencia nutricional suplementaria), que no acepta pedidos? ¿Qué pasa si no tienes Internet? Hay quién piensa que las personas en situación de pobreza no respetan las normas que se han establecido.

  • En realidad, se enfrentan a un verdadero dilema: sin transporte privado, agua o electricidad, dependen de los transportes públicos, de las lavanderías, de las empresas equipadas con wifi público, no sólo por los servicios que éstos ofrecen sino también  para cargar sus teléfonos simplemente. Utilizar estos servicios los pone en mayor riesgo de contaminación, pero sin eso, no podrían ir al trabajo o al supermercado, estar informados y en contacto con sus familiares, pedir una prueba de detección o llamar a un médico.

Los lugares reducidos favorecen la fácil y rápida propagación del virus en un grupo de personas, y los problemas de salud, a menudo exacerbados por la pobreza y las desigualdades del sistema, aumentan el riesgo de desarrollar una forma grave del virus en esas personas. Las personas que viven en la calle, sin hogar o en refugios también corren un mayor riesgo de infección, ya que es posible que no puedan mantener distancias seguras con los demás o controlar quién entra en su espacio.

A medida que millones de personas pierden sus empleos y recurren a los bancos de alimentos, los limitados recursos con que disponen las familias más pobres se están agotando. En las zonas rurales, ver los estantes vacíos de las tiendas significa que la gente tiene que ir más lejos, sin estar seguros de encontrar lo que necesitan. Un abuelo que vivía en una reserva en Nuevo México dijo que su tienda a la que iba usualmente se había quedado sin productos básicos y la siguiente tienda más cercana estaba al menos a una hora de distancia. Por suerte, la escuela proporciona el almuerzo para sus dos nietos.

Las órdenes de confinamiento también dificultan la asistencia de los aliados. Un miembro del equipo de ATD Cuarto Mundo en Gallup, Nuevo México, dijo que se preocupa por enviar mensajes de texto en lugar de llamar a las personas que no tienen electricidad, porque los mensajes de texto consumen menos energía de la batería. En la ciudad de Nueva York, otro miembro del equipo compartió sus dificultades para mantenerse en contacto con la gente y ayudarles a lidiar con sus frustraciones y aislamiento. Algunas personas que viven en la pobreza sienten que sus esfuerzos continuos son en vano. Algunos intentaban continuar su educación, otros habían encontrado finalmente una vivienda, pero con todas las escuelas cerradas y millones de empleos perdidos, los objetivos están de nuevo en suspenso y los logros alcanzados podrían perderse. Algunos están desconcertados por el confinamiento: acentúa el aislamiento que ya sufren y les hace dudar de las medidas adoptadas para contener la pandemia.

Al mismo tiempo, como señala una persona en Oregon:

  • Creo que muchos de nosotros, las personas marginadas -que hoy en día tenemos temores legítimos y serios sobre la pandemia porque son discapacitados, tienen un historial médico, no tienen hogar o están en malas condiciones de vivienda- también estamos más acostumbrados a una vida de constante amenaza e incertidumbre. Como resultado, nuestros músculos apocalípticos son más fuertes, porque mentalmente, espiritualmente y colectivamente, sabemos cómo ayudarnos unos a otros, cómo hacer contactos y cómo ser ingeniosos y hábiles con los recursos que tenemos o usamos juntos.

Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York un hombre se entera de que una familia no tiene comida ni dinero. Aunque no tiene reservas propias, comparte con ellos siempre que puede. Tiene que comprar un billete de transporte semanal de 33 dólares para ir a una tienda que aún no ha sido completamente desbaratada, se queda en casa porque sabe que el transporte será gratuito al día siguiente. Así se ahorra el dinero del transporte para comprar comida.

Una abuela en Gallup, Nuevo México, está criando a sus dos nietos sola. Está decidida a que sigan estudiando, aunque no tenga ordenador. Se mantiene en contacto con los profesores de sus nietos por teléfono, pero no puede descargar los archivos que le envían. Ha pedido a un miembro del equipo local de ATD Cuarto Mundo ayuda para obtener un libro de matemáticas para mantener a uno de sus nietos en el nivel adecuado.

Un hombre que acababa de encontrar una habitación individual en un refugio después de haber tenido problemas en su anterior piso compartido, aceptó de nuevo compartir su habitación para que el refugio pudiera alojar a más personas, aunque sabía que esto aumentaría su riesgo de contaminación.

La capacidad de tender la mano y de ayudarse mutuamente es vital para todos nosotros, incluidos los que, fuera del contexto de la pandemia, saben cómo superar las dificultades de la vida. La gente que ha vivido en la miseria puede mostrarnos no sólo cómo sobrevivir a las condiciones de crisis, sino también cómo hacerlo con dignidad y compasión.

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