En Bangui, las niñas y niños Tapori se movilizan

Artículo escrito por Olga Tusala Katembo, voluntaria permanente de la República Democrática del Congo, actualmente miembro del equipo de permanentes del Movimiento ATD Cuarto Mundo en la República Centroafricana.

Olga nos permite descubrir el compromiso y la acción de los niños y niñas Tapori de Bangui. Este grupo, que reúne a niños y niñas que viven realidades muy diferentes, toma la palabra para interpelar a la sociedad y a su comunidad sobre la situación de las niñas y niños que viven en la extrema pobreza, defendiendo sus derechos. Se preocupan especialmente del acceso a la educación y a la atención sanitaria, tratando de reforzar la amistad entre los niños de todos los medios sociales.

Algunos de las niñas y niños que participan en este grupo se encuentran ellos mismos en situación de calle, otros llevan una vida de gran pobreza pero en el seno de sus familias y hay otros que proceden de familias más acomodadas. Todos están decididos a convertirse en amigos y amigas de quienes no tienen amigos. Juntos son portadores de mensajes de esperanza y de paz. 

Por todo esto han decidido llamar a su grupo “el Parlamento de niñas y niños Tapori” .


Christopher y su familia

Christopher tiene 13 años y vive con su abuela Louise que tiene aún a siete de sus hijos con ella. Viven todos juntos en un barrio muy pobre de Bangui que sufre inundaciones periódicamente, lo que acentúa los problemas de paludismo y de enfermedades infecciosas. No hay electricidad ni agua potable en el barrio.

Louise es una de las habitantes que lo perdió todo durante los sucesos violentos que golpearon la capital centroafricana en 2013. Su marido, su casa, sus bienes, la guerra lo consumió todo. Tuvo que dejar su parcela en manos de los asaltantes por miedo a las represalias.

Para alimentar a su familia, Louise se involucró en un pequeño comercio de hortalizas en un modesto mercado al borde de la carretera. De sus hijos, los cuatro mayores hacen taxi moto para ayudarla a costear la vida de la familia. Cada día, tienen que ingresar una suma importante al propietario de la moto y cada fin de semana les corresponde hacer el mantenimiento.

Puesto que sus hijos la ayudan mucho, Louise decidió matricular a su nieto en la escuela. De este modo, Christopher pudo estudiar dos años. Pero la situación del país se degradó de nuevo. Los ingresos familiares cayeron y se interrumpió su escolarización.

Christopher empieza a participar en el Parlamento de niñas y niños Tapori

Fue en ese momento en el que se interrumpe la escolarización de Christopher que Géminé, una vecina, pone a Christopher en contacto con el grupo Tapori.

Enseguida se une al grupo y participa asiduamente en las diferentes actividades con los hijos de Géminé. Transcurrido un tiempo, Christopher cae enfermo. Tiene que someterse a una operación quirúrgica. Louise reúne a su familia para ver cómo se organizan, pero la cantidad necesaria está muy por encima de sus medios, no encuentran soluciones de momento. Christopher pierde peso y, al cabo de un tiempo deja de reunirse con sus amigos.

Sus compañeros del grupo Tapori se preocupan por él y deciden movilizarse. Apoyados por los animadores Tapori, visitan en primer lugar a la abuela de Christopher para enterarse bien de lo que pasa y reflexionar con ella. Ella les dice:

“Me siento mal al ver que todos los niños del barrio van a la escuela y que Christopher pasa los días solo. Cuando le invitaron a unirse a Tapori, me sentía feliz. Con vosotros encuentra el espacio para abrirse. Mi gran preocupación ahora es que pueda volver un día a la escuela y que se cure”.

Acciones para buscar soluciones, movilizando a otras personas

Como consecuencia de este encuentro, los niños, siempre con el apoyo de sus animadores, organizan dos eventos con motivo del Día del Niño Africano. El primero dentro de la escuela con el tema “no a la discriminación en el entorno escolar”, y el segundo, “salud para todos”, en una clínica pediátrica.

En la escuela, el evento es un éxito con la presencia de 250 alumnos y 8 profesores. El grupo Tapori aprovecha la ocasión para acercarse a la directora y hablarle de la situación de Christopher. Emocionada por la actitud de los niños, se compromete a inscribirlo en su escuela que acoge ya a niños en situación de extrema pobreza.

En la clínica, el evento es de otra naturaleza. El grupo organiza un debate entre los niños, el médico responsable de la clínica y una parte de su personal. Consiguen invitar a periodistas para cubrir el evento. En el transcurso del diálogo, los niños Tapori hablan del acceso a la atención sanitaria de los niños con más dificultades. El médico les felicita y sitúa su lucha entre los grandes retos a afrontar para el futuro, como, por ejemplo, que cada niño pueda tener un lugar donde vivir y una partida de nacimiento, la llave maestra sin la cual no se abre ninguna puerta.

Después del debate, los niños y sus animadores encuentran la ocasión para hablarle al médico de la situación de Christopher. Logran convencerlo. Les promete encargarse de la operación de Christopher en su clínica.

Sin embargo, los trámites hasta la operación van a durar varios meses. El médico se encuentra desplazado en el extranjero. Ha dejado instrucciones para la operación, la familia por su parte ha logrado obtener los documentos necesarios, pero los malentendidos acerca de la responsabilidad económica bloquean la situación. Durante este tiempo de incertidumbre y de sufrimiento, el grupo Tapori sigue movilizado para apoyar a Christopher. Louise está preocupada.

Finalmente, con el médico de vuelta en el país, uno de los animadores consigue verle y le informa de la situación. El médico interviene y las cosas mejoran, por fin se realiza la operación.

Hoy día, Christopher está en pie. Ha retomado el camino de la escuela y el de su grupo Tapori.

Christopher y sus amigos saben que esperar, soportar los rechazos, estar a merced de decisiones arbitrarias, es la situación de tantas niñas, niños y familias del mundo. Así que, juntos, se siguen movilizando para que eso cambie.