“¿Quién hablará de nosotros?”

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El equipo del Movimiento ATD Cuarto Mundo de Sofia, Bulgaria, lleva cinco años luchando por los derechos de la comunidad romaní del barrio de la “Fábrica de azúcar”, un barrio obrero del noroeste de la capital. En 2019, el ayuntamiento puso en marcha la primera fase del plan de destrucción de la mahala, parte gitana del barrio. Como consecuencia, treinta familias se encontraron sin hogar y tuvieron que ser realojadas en un centro de acogida temporal en el que aún permanecen. Hoy, esta historia se ha vuelto a repetir, y las familias que seguían viviendo en el barrio se encuentran ahora también sin hogar, forzadas a vivir en campamentos montados entre los escombros de su barrio.

Así fue como Vassia, de 37 años, vecino de la mahala y padre de tres niños describe el día en el que todo su barrio quedó destruido. Un barrio que se había ido construyendo a largo de los años, generación tras generación, en un terreno municipal.

Cuando el catorce de marzo el teniente de alcalde entró en la mahala con la policía para informar a los vecinos de que el barrio iba a ser derribado próximamente (en unas semanas), la vida de la comunidad dio un vuelco. Desde ese día, empezaron a vivir con miedo a perderlo todo. Algunas familias empezaron a hacer las maletas, otras dejaron de mandar a los niños al colegio. No existía ningún documento oficial, lo que propiciaba la circulación de todo tipo de rumores: ¿vendrán el veintiocho de marzo?, ¿el once de abril?, ¿el catorce? Otras decían que no iban a venir e hicieron todo lo posible por seguir con su vida normal.

Cuando el catorce de marzo el teniente de alcalde entró en la mahala con la policía para informar a los vecinos de que el barrio iba a ser derribado próximamente (en unas semanas), la vida de la comunidad dio un vuelco. Desde ese día, empezaron a vivir con miedo a perderlo todo. Algunas familias empezaron a hacer las maletas, otras dejaron de mandar a los niños al colegio. No existía ningún documento oficial, lo que propiciaba la circulación de todo tipo de rumores: ¿vendrán el veintiocho de marzo?, ¿el once de abril?, ¿el catorce? Otras decían que no iban a venir e hicieron todo lo posible por seguir con su vida normal.

Las familias se movilizaron. Dos padres fueron a hablar a la radio para expresar su preocupación de cara a su futuro porque ¡no tenían ningún otro lugar adónde ir! Cuando la periodista les preguntó sobre qué mensaje quisieran transmitir al alcalde, Boïko contestó: “Me gustaría preguntarle cómo consigue dormir sabiendo que va a dejar a doscientas personas en la calle.”

El equipo de ATD Cuarto Mundo ayudó a las familias con los trámites necesarios para intentar alertar de la situación a las instituciones responsables y a otras organizaciones.

Así, las familias, en colaboración con una sociedad de abogados especializada en la defensa de los derechos humanos, consiguieron entablar un procedimiento judicial que llegó hasta la Corte europea de los derechos humanos donde, el once de abril, se publicó un decreto solicitando la interrupción de la destrucción de la mahala. El diez de abril, las familias se manifestaron ante el parlamento. Marin, líder de la movilización y originario del barrio aclaró: “Que quede claro, cuando nosotros, los gitanos, salimos a la calle para manifestarnos, es que se trata de una cuestión de vida o de muerte.”

El catorce de abril, el equipo veló junto a los padres de la mahala, que pasaron toda la noche reunidos en torno a un fuego en la plaza del barrio. “Esto es algo que normalmente hacemos cuando alguien fallece”, nos explicaron. Fue una noche fuera del tiempo en la que los viejos recuerdos emergieron y los llantos, el baile y el canto confluyeron hasta las cinco de la madrugada, hora en la que doscientos treinta y ocho policías irrumpieron en la noche e invadieron las angostas calles de la mahala.

La municipalidad no propone ninguna solución viable para realojar a las familias.

Sotir, de 23 años y padre de un niño de tres, añade:

Para justificar la demolición del barrio, la municipalidad declaró que se trataba de casas ilegales que representaban un riesgo para la vida de las personas. Sotir reacciona ante la cuestión de la ilegalidad:

Hace ya dos meses que las familias esperan una propuesta de alojamiento digno. “Lo más difícil”, dice Vassia, “es por la mañana; te despiertas y no sabes qué hacer. No puedes lavarte la cara y no puedes decirle a tu hijo que todo saldrá bien, porque ni tú mismo estás seguro”

Concluye añadiendo,


Citas extraídas de la entrevista llevada a cabo por el People de Sofia