«Queremos mantener en pie a nuestras familias»

Haïti, 1989©Carlo Laguerre/ATD Quart Monde/Centre Joseph Wresinski/AR0100101069-1

El 17 de octubre de 2019,  Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, un grupo de madres y padres de diferentes barrios desfavorecidos de Puerto Príncipe expresaron tanto su sufrimiento como su determinación para seguir luchando por el futuro de sus hijas e hijos.

  • «El país pasa por un momento extremadamente difícil. Se han bloqueado todas las iniciativas que podemos emprender para ganarnos la vida. Todas las personas tienen miedo».

La calle está llena de trampas. Aunque podamos salir de nuestras casas, no estamos seguros de poder regresar. Hay tiros por todas partes. La inseguridad es tan grande que nadie está a salvo, en especial la juventud.

Los intercambios de tiros son tan frecuentes en algunas zonas que muchos de nosotros hemos tenido que huir del barrio donde vivíamos para empezar de cero en otro barrio; nuestro mayor sufrimiento es que nuestras hijas e hijos no pueden ir a la escuela.

A día de hoy no hay trabajo, ni tampoco nuestras pequeños puestos de venta. El mercado de Croix-des-Bossales es uno de los lugares donde normalmente solíamos ir a comprar para abastecer nuestros pequeñas ventas, hoy es imposible ir allí. La miseria nos asola. Algunos días no tenemos más comida que hojas de papaya hervidas, pero hoy, a fuerza de tener que recurrir a ellas, ni tan siquiera encontramos eso. Queda una cazuela de té como bebida para los niños, pero muchas veces se van a la cama con el estómago vacío. En ocasiones, cuando no tenemos nada, son las vecinas y vecinos quienes dan de comer a nuestras hijas e hijos, porque vivimos en familia. Podemos encontrar una pequeña actividad económica algunos días y después estar dos o tres meses sin nada. Sin medios, siempre estamos rezagados.

  • No queremos vivir dependiendo de otras personas, queremos mantener en pie a nuestras familias.

A pesar de nuestros limitados medios, siempre intentamos buscarnos la vida: en la fabricación manual de grava, lavando ropa, vendiendo agua, trabajando como jornaleros en obras de construcción o garajes, con una pequeña venta de sandías, caramelos, galletas, especias, naranjas amargas, pan de cacahuete, huevos cocidos o linóleo. Lamentablemente, hoy nos resulta difícil realizar todas estas actividades.

En la familia nos esforzamos por mantener una buena relación con nuestras hijas e hijos. Pasamos tiempo con ellos, nos sentamos y dialogamos. Les hablamos de nuestras vidas, de lo que es bueno y de lo que no lo es. Un proverbio de nuestro país afirma que: «Es mejor que las niñas y niños lloren hoy que nosotros, sus madres y padres, tengamos que llorar mañana».

  • Luchamos para mandar a nuestras hijas e hijos a la escuela y que tengan una educación y un futuro.

Por la mañana, haya comida o no, les mandamos a la escuela porque es una fuerza. Queremos ofrecerles herramientas para expresarse adecuadamente en sociedad. Es así como educamos a nuestras hijas e hijos, así es como los preparamos, «porque las niñas y niños de hoy son los adultos del futuro». A menudo, el reconocimiento de nuestras hijas e hijos por lo que hacemos por ellos nos da fuerzas.

Pedimos a Dios que nos dé la vida, que proteja a nuestras hijas e hijos y nos dé fuerzas para continuar. Incluso si nuestro país no nos ofrece mucho, con nuestra valentía queremos retomar nuestras actividades para mandar a nuestras hijas e hijos a la escuela y que aprendan un oficio.

Se necesita un cambio en el país: podernos desplazar sin miedo e ir donde sea necesario para buscar con qué alimentar a nuestros hijos. Pedimos a quienes ofrecen armas que cesen de diseminar estas armas por los barrios pobres; con estas armas nos matan nuestros propios hermanos.

  • Sin seguridad, no es posible mantener a nuestras familias. Pedimos a las autoridades que nos den una oportunidad. Queremos la paz».
Educación preescolar, Haití, 2005©Jacqueline Page/ATD Cuarto Mundo/Centro Joseph Wresinski