Compartir la urgencia, programar el futuro

Esta página está disponible en Deutsch y Italiano

Queridos amigos y amigas:

Ahora que todos nuestros países están afectados por la pandemia del COVID-19, pensamos en cada uno de ustedes. A medida que aumentan los casos de enfermedad, los Gobiernos de nuestros países siguen las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y toman medidas. Se prohíben las reuniones y a menudo se deciden medidas de confinamiento de la población. Frente a esto, uno de nuestros principales temores se centra en todas aquellas personas que no pueden seguir desempeñando sus actividades cotidianas para poder alimentar a su familia, actividades muchas veces informales y ahora prohibidas. En muchos sitios, los precios de los alimentos se disparan. A veces se decreta el toque de queda. En Uagadugú, Burkina Faso, como en otras grandes ciudades del mundo, ¿qué va a pasar con los niños de la calle con la imposición de un toque de queda?

Esta pandemia nos desarma a todos, provoca miedo y angustia. Nos sitúa frente a una cierta impotencia. La proximidad, el encuentro, vivir juntos, reunirnos, constituyen lo esencial de nuestro Movimiento. El caso es que nuestra principal fortaleza se ve perjudicada por las medidas de confinamiento obligatorio o por las medidas de distanciamiento físico. Pero ¿podemos quedarnos sin hacer nada?

En todos los países nos sentimos apremiados y nos preguntamos:

  • ¿Cómo seguir “caminando” juntos en esta situación? ¿Cómo podemos seguir siendo útiles a las familias más pobres y a todas esas personas que no hay que olvidar? ¿Qué proximidad podemos mantener con las familias, a pesar de las normas, para estar allí en los momentos difíciles e idear respuestas de manera conjunta? La presencia física, respetando las consignas de protección, aun cuando sea menos frecuente, es lo que nos caracteriza y sigue siendo indispensable a causa de todas las urgencias que conlleva tener una vida difícil. Y tampoco nuestros patios y nuestras Casas Cuarto Mundo se pueden quedar vacías.
  • ¿Cómo hacer posible que todas las personas puedan ser útiles y reconocidas como tal? No se puede encerrar a las familias más pobres en la imposibilidad de compartir, obligadas a permanecer a la espera de recibir, reducidas a la inutilidad. Tenemos la responsabilidad de hacer que se conozca lo que inventan para seguir siendo solidarias y suscitar posibilidades para que puedan aportar su reflexión y actuar.
  • ¿Cómo seguir haciendo Movimiento juntos? ¿Cómo, frente a la urgencia, no dejar de reflexionar con las personas en situación de pobreza y entre todos los miembros del Movimiento? ¿Qué tenemos que inventar para ir más allá de la llamada telefónica para tener noticias? Tenemos la responsabilidad de crear espacios en los que compartir la reflexión sobre las respuestas a aportar hoy y para preparar el futuro.

Para seguir siendo creativos y darnos ánimos, para sentirnos cada vez más conectados unas personas con otras, para compartir nuestras iniciativas y amplificarlas, aquí tenemos algunas noticias del impulso de solidaridad que se está construyendo entre miembros del Movimiento por todo el mundo.

En una región de Francia, se han iniciado las primeras conferencias telefónicas entre militantes Cuarto Mundo:

«¿Cómo vives tu día a día?»

«¿De quiénes no nos tenemos que olvidar?».

Se trata de reflexionar conjuntamente, en grupos muy pequeños de personas que tengan una experiencia común, para conocerse mejor, expresar lo que se piensa y plantear actos de resistencia a la crisis. El equipo de EE.UU. ha iniciado encuentros telefónicos entre decenas de miembros y amigos del Movimiento para reflexionar juntos sobre la situación. En Suiza y en España, las próximas Universidades Populares Cuarto Mundo  se preparan utilizando grupos de debate en las redes sociales. Asimismo, el equipo regional de Europa reunió a los miembros de los equipos nacionales en una conferencia por Internet para agilizar la difusión de ideas e iniciativas; está a punto de arrancar una campaña de solidaridad infantil.

En Haití, justo cuando el país recobraba la tranquilidad, se declararon los primeros casos de COVID-19 en Puerto Príncipe y, después del cierre de escuelas y de la prohibición de reunirse, se suspendieron las actividades colectivas en la Casa Cuarto Mundo. El programa nutricional con niños y niñas pequeños y sus familias continúa y las sesiones colectivas se han transformado en una acogida escalonada a lo largo de la semana. Es un programa vital.

Como sucede en Puerto Príncipe, el Gobierno malgache ha ordenado el confinamiento de todos los habitantes de la capital, Antananarivo. Está prohibido cualquier desplazamiento a partir de cierta hora de la tarde y se anuncian distribuciones de alimentos por barrios. La solidaridad consiste en garantizar que cada persona está efectivamente inscrita en una lista de barrio y en apoyar a las familias que ya estaban en situación de emergencia antes de que llegara la pandemia. La cooperativa de artesanía «Trabajar y Aprender Juntos» se transforma estos días en pequeños talleres de fabricación de mascarillas en los barrios. Las mascarillas no garantizan que puedas escapar al virus, pero reducen mucho el riesgo de transmisión. Las familias tendrán mascarillas para ellas y su vecindario y tal vez para ellas esta iniciativa llegue a ser una fuente de ingresos suplementarios.

En varios países de Europa ya están en la segunda o tercera semana de confinamiento. Pasado el momento del estupor llega el de la organización. Región tras región, los servicios sanitarios están cada vez más desbordados pero resisten. Los Gobiernos endurecen las medidas de confinamiento. En Europa, como en otras partes, se considera una urgencia no dejar a nadie en situación de aislamiento extremo o pasando hambre. Por ese motivo algunos de nosotros hemos obtenido autorizaciones para desplazarnos e ir al encuentro de quienes están en situación de emergencia y a quienes no se puede atender por teléfono. Como las personas que trabajan en panaderías o como dependientes de supermercados, en el ámbito de la salud o la policía, tenemos una misión de utilidad social que debe poderse llevar a cabo aun con la pandemia. Tomando todas las precauciones y, siempre que su salud se lo permita, algunas personas deben poder seguir encontrando a las personas y familias que tienen una necesidad vital de ser socorridas.

En diversos lugares, los miembros del Movimiento se preguntan qué hacer para preservar la aspiración de cada persona a una buena convivencia con sus allegados, vecinos, amigos y familia, sobre todo cuando se encuentran confinados en viviendas pequeñas. En Noisy le Grand las familias que viven en el edificio del proyecto de promoción familiar se dan cita a diario para intercambiar noticias desde las ventanas. En Noisy, en Montreal y en otras partes, hay personas que cuentan a los niños cuentos por teléfono o por Internet. En Tanzania, se han prohibido las reuniones, pero sigue siendo posible realizar visitas. El equipo lleva a cabo sesiones de lectura y actividades manuales a domicilio dirigidas a niños y niñas.

Somos conscientes de la importancia de interpelar a nuestros países, nuestras instituciones nacionales e internacionales, para pensar con todas, y para todas las personas, con el mismo impulso, tanto en este momento de urgencia como también en el futuro. En un correo próximo compartiremos con ustedes cómo avanzamos en este sentido.

Con toda nuestra amistad.