Aprender del Festival de artes y saberes compartidos

Publicado inicialmente en la página de ATD Suiza: https://atd.ch/apprendre-du-festival-des-arts-et-des-savoirs-partages/, el 20 de febrero de 2025
Tiempo de lectura : 5 minutos
Una alegre comitiva cruza el barrio de las Libélulas, al ritmo de tambores y flautas, marcando el inicio del Festival de artes y saberes compartidos que se celebró este año del 12 al 16 de julio.
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Gracias a este evento, descubro la importancia que tiene la participación para el equipo de ATD Cuarto Mundo en Ginebra, lo cual guía su trabajo: buscar los conocimientos de los/las más marginados(as). ¿El objetivo? Construir conocimientos de manera colectiva, destacando el talento y las destrezas de las personas del barrio.
Desde la primera reunión, me quedó clara una idea, convirtiéndose en una brújula para cada paso que dimos: la necesidad de buscar la participación de cada uno y cada una. Como lo destacó Aurélia, voluntaria permanente en Ginebra, citando a Martine Le Corre, “no solo se trata de transmitir conocimientos, sino de crear un espacio en el que las y los que muchas veces fueron marginados(as) puedan ser ellas mismas y ellos mismos” [nota: Martine Le Corre, Los míos son mi fuerza, Edición ATD Cuarto Mundo, 2023]. Este festival es el reconocimiento de la contribución de todas las personas, especialmente las de las personas desfavorecidas, que encuentran aquí un lugar para compartir sus vivencias.
Entre los momentos más destacados, el legado intergeneracional es el que más me ha impresionado. Los talleres son auténticos encuentros de creatividad, permitiendo crear fuertes vínculos entre generaciones. Por ejemplo, Jean-Marie, militante, guió a un grupo de adolescentes en un taller de decoración de cuadernos, mezclando telas y materiales reciclados, mientras que Muna enseñó a una decena de participantes el delicado arte de plegar samosas (empanadillas), esos buñuelos rellenos de verduras y/o carne. El último día, los padres y sus hijos amasaron juntos la masa de la pizza que se compartió durante la fiesta de clausura del festival.
A lo largo de esos días, pude constatar que los talleres no son solo espacios para la creación, sino que permiten también que cada persona tome conciencia de su poder de acción, comprometiéndose con la comunidad. Un ejemplo de esta dinámica es el de Paco, quien, al principio del festival, permanecía discreto charlando con los voluntarios y observando. Me di cuenta de que poco a poco se fue implicando hasta sentirse cómodo en un taller de alfarería, donde guió a los jóvenes en la elaboración de sus creaciones. Con este compromiso pudo, a su vez, transmitir sus conocimientos y gestos, volviéndose a la vez partícipe de una obra colectiva. Los conocimientos compartidos son asimismo vectores de re-apropiación y acción, ayudando a que los participantes encuentren un lugar activo dentro de su comunidad.
Aprender unos de otros
Comprendí que el equipo de ATD Cuarto Mundo de Ginebra proporciona las herramientas necesarias para que esta transmisión cobre vida – pero realmente es la voluntad de los participantes la que da forma a la experiencia. Día tras día, se fortalecen los vínculos, aumenta el compromiso, y cada persona puede sentirse reconocida a partir de lo que es capaz de transmitir. Este proceso no solo refuerza la autoestima, sino que devuelve el sentimiento de pertenencia y dignidad a las personas que, con demasiada frecuencia, son apartadas de la sociedad. Creando espacios de transmisión, vamos más allá de la simple noción de compartir, asumiendo una autentica dinámica de cambio social colectivo, en la que cada persona participa en un proyecto común, dando valor a su identidad y sus habilidades propias.
Más aún, este festival ha transformado mi mirada de aliada y de futura voluntaria permanente. Estar implicada plenamente en este evento me llevó a re-definir mi manera de entender la pobreza, así como a adoptar una nueva perspectiva. Los intercambios, ricos y auténticos, con las familias participantes me brindaron una visión global de las dificultades diarias a las que se enfrentan. Esos momentos de diálogo me demostraron que la pobreza no es solo una cuestión material, sino que afecta a la dignidad y a la capacidad de acción. En este espacio, gracias al intercambio con los voluntarios, pude aprender a escuchar sin juicio y acercarme a las personas hasta donde están dispuestas a invitarme a entrar en su vida, para construir una relación de confianza.
Compartir la cultura y el arte en este festival también tuvo para mi una connotación militante. Se convirtió en un vector de cambio social, en el que valoramos la creatividad, la riqueza de cada persona, así como las diferencias culturales. Se trata de una invitación a pensar por sí mismo, a liberarse de las verdades establecidas y encontrar tu lugar dentro de una comunidad que reconoce y honra la participación de todas y todos. Después de todo, el festival demuestra que reuniendo a individuos en torno a un objetivo común – aprender unos de otros -, se puede construir una sociedad más justa en la que cada persona encuentre su lugar en el tejido social que la rodea.
Escrito por Lucie Larcher, voluntaria permanente de ATD Cuarto Mundo en Ginebra