Comprometerse para «sentirse apoyado/a» y «ayudar a otras personas en dificultades»

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Miembro del grupo de jóvenes de Dunkerque desde hace poco más de un año, Jimmy Dussap ha descubierto «un espacio acogedor donde las personas se apoyan mutuamente».

Mediante los auriculares que casi nunca se quita, Jimmy Dussap intenta escapar de un día a día en ocasiones complicado. Este joven de 24 años escucha principalmente zouk y canciones de los años 80: «No me gusta mucho la música actual. Cuando escuchas las letras, no significan nada y hay muchas palabrotas», explica. A él le gusta la tranquilidad de las bibliotecas, el té, los paseos y los caballos, y la situación actual del mundo le produce mucha angustia. «Vemos guerras por todas partes, nos enfrentamos a la inflación, a los problemas del estudiantado juvenil que tiene que acudir al banco de alimentos para comer, somos testigo de cómo los robots van sustituyendo paulatinamente a los seres humanos…», enumera, con una visión pesimista del futuro.

A principios de 2024, la madre de uno de sus amigos le propuso unirse a ATD Cuarto Mundo, con el objetivo de que escapara un poco de su soledad. Allí descubrió «un espacio muy acogedor, donde las personas se apoyan entre sí». Desde entonces, participa en las Universidades Populares Cuarto Mundo y en obras juveniles, y también asistió al encuentro juvenil «Rumbo a la esperanza y la juventud» en junio de 2024. Asimismo, realizó una estancia para descubrir el Movimiento, durante la cual visitó el Centro de Memoria e Investigación Joseph Wresinski, en Baillet-en-France. Este lugar, que conserva el recuerdo de la vida, las luchas y el pensamiento de los más pobres y de quienes los apoyan y acompañan desde 1957, lugar que
le causó una gran impresión.

El anhelo de «otra vida»

Cada una de sus salidas con ATD Cuarto Mundo le permite «evadirse», pero también le ayuda a «sentirse apoyado» y a poder hablar de sus dificultades. Jimmy creció en familias de acogida, separado de sus cinco hermanas y de sus padres. «Con algunas familias me llevaba bien, con otras no, pero cambiaba de familia cada dos años aproximadamente», recuerda. En la escuela secundaria, a mediados del tercer año, le propusieron ir a un IME (Instituto Médico-Educativo), «un lugar para quienes experimentan dificultades, quienes necesitan más tiempo para hacer las tareas», describe. Esta decisión le alivió, porque, aunque le gustaba la escuela, no conseguía seguir el ritmo de las clases. «Yo tenía mala letra. La profesora iba demasiado rápido, sobre todo cuando teníamos que tomar apuntes».

En el IME, Jimmy descubre nuevas actividades como la cocina, la horticultura o el mantenimiento de automóviles. Eso le gusta y le permite proyectar su futuro profesional. Pero entonces llega la pandemia de la COVID-19. En ese momento tiene 19 años y decide dejar el IME para cuidar de su padre, gravemente afectado por una enfermedad respiratoria crónica. Sin formación ni empleo, Jimmy se encuentra solo con su padre enfermo. «Soy yo quien gestiona su dinero, sus facturas y todo en casa. Empiezo a estar harto, con 24 años me gustaría tener otra vida, pero no sé cómo hacerlo», dice con una ligera sonrisa fatalista.

Enfrentarse al maltrato institucional

Su única experiencia laboral en un ESAT (Establecimientos y Servicios de Ayuda mediante el Trabajo de Francia) fue un fracaso. «Me chillaron desde el primer instante, así que me fui», cuenta. Le gustaría trabajar en el sector de la restauración o, por qué no, en recepción, pero no ha obtenido respuesta a las pocas candidaturas que ha enviado. «Ver IME en mi currículum ahuyenta a las personas a cargo, no quieren contratar a personas con discapacidad», lamenta.

Cuando oyó hablar por primera vez del tema del «maltrato institucional» en ATD Cuarto Mundo, no entendía muy bien a qué se referían. Luego lo fue comprendiendo y Jimmy pudo elaborar una larga lista de experiencias vividas. «Hay que renovar el expediente de la MDPH (Casa Departamental de las Personas con Discapacidad en Francia) cada cinco años. Sin embargo, una vez que tienes una discapacidad, no la tienes solo durante cinco años. Son expedientes muy largos, que tardan más de seis meses en ser aceptados, por lo que hay que prepararlos con mucha antelación», describe. Aunque «en general domine el mundo digital» y pase bastante tiempo en las redes sociales, Jimmy debe lidiar con que se haya acelerado la digitalización de los trámites para acceder a los derechos. «Es realmente complicado cuando hay que escanear los expedientes y respetar el formato y el tamaño correctos de los documentos», exclama.

Desde hace cinco años, Jimmy está bajo tutela reforzada. Por tanto, una persona externa (el tutor o la tutora) se encarga de gestionar sus ingresos. Sin embargo, dado que el joven ha demostrado que sabe administrar su dinero, han decidido relajar esta medida judicial recientemente. «El juez ve todos mis extractos bancarios. Me hace preguntas trampa para ver si presto atención a mis gastos, me pregunta por qué un determinado día gasté más… Es como si yo le preguntara lo que hace con su sueldo. No me atrevo a decírselo, pero lo pienso de verdad. Él está de acuerdo en que lo gestiono bien, pero una vez se está bajo tutela, es muy complicado que levanten la medida», explica.

En ATD Cuarto Mundo ha comprendido que «no está solo». Las salidas y actividades que ofrece el Movimiento le permiten «liberarse». También le demuestran que «la solidaridad existe» y le animan a «ayudar a otras personas en dificultades».

Este resumen se ha extraído del periódico de ATD Cuarto Mundo de junio de 2025.