17 de octubre de 2020 – Mensaje de Donald Lee, presidente de ATD Cuarto Mundo Internacional

Foto : Donald Lee © ATD Cuarto Mundo


Queridas amigas, queridos amigos,

Nos reunimos este 17 de octubre en un año profundamente difícil e inquietante marcado por la actual pandemia mundial de coronavirus.

La pandemia mundial ha provocado enormes dificultades y sufrimientos a las personas que viven en la pobreza. Desde que el coronavirus empezó a propagarse, algunos gobiernos, organizaciones internacionales, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos han tratado de dar asistencia y ayuda económica urgente a las personas necesitadas. Sin embargo, en general, las personas que viven en la extrema pobreza han recibido poca asistencia directa y recursos para poder protegerse físicamente de la enfermedad mortal o para superar las dificultades económicas y sociales a las que se enfrentan actualmente.

Sin un apoyo económico adecuado y sostenido y sin otro apoyo vital, las personas que viven en la pobreza extrema no tienen más remedio que confiar en su inteligencia, experiencia, coraje y sentido de la solidaridad para seguir trabajando de la mejor manera posible, sabiendo muy bien que tanto ellas como sus familias corren el riesgo de exponerse al coronavirus.

Al cerrar las escuelas para contener la propagación del virus, a los niños y niñas que vivían en la pobreza les resultó prácticamente imposible seguir los cursos a distancia, ya que carecían de las herramientas más básicas, de acceso digital y de apoyo para continuar su educación. Millones de niños y niñas que dependían de las comidas escolares gratuitas o subvencionadas pasaron hambre.

La pandemia mundial ha puesto en evidencia las inaceptables desigualdades e injusticias sociales que existen en nuestras sociedades.

Este año, reunidos desde solidaridad para renovar nuestro  compromiso de trabajar por la erradicación de la pobreza extrema, es más crucial que nunca que permanezcamos fuertes y unidos en nuestro trabajo común para asegurar que nadie se quede atrás.

Este año, el tema de nuestra conmemoración «Actuar juntos por la justicia social y ambiental para todos» nos alerta de que la justicia social no podrá alcanzarse realmente si no actuamos también juntos para superar las graves injusticias medioambientales que sufren las personas en situación de pobreza.

Los efectos del cambio climático y la destrucción del medio ambiente a nivel mundial son graves y afectan de manera desproporcionada a los medios de vida, la seguridad alimentaria y la salud de las personas que viven en situación de pobreza extrema. Estos impactos sólo empeorarán para ellas si no actuamos juntos de manera urgente.

Ya estamos viendo las consecuencias en la degradación de la calidad del aire y del agua donde vivimos, trabajamos y jugamos. Vemos a nuestro alrededor los efectos de los residuos plásticos tóxicos que asfixian nuestros océanos, ríos y barrios. El abuso de pesticidas, metales pesados y otras sustancias que envenenan nuestros alimentos nos perjudica. Experimentamos directamente los cambios en los patrones climáticos que provocan tormentas e inundaciones más fuertes y destructivas, o  sequías más largas y severas.

Sin embargo, siempre hemos sabido que las personas que viven en la pobreza extrema son, a menudo por pura necesidad e ingenio, las primeras en actuar con determinación dentro de sus propias comunidades para hacer frente a la pobreza, al cambio climático y los problemas medioambientales.

Es preciso reconocer sus inestimables esfuerzos, conocimientos y experiencia porque son verdaderos impulsores del cambio. Sus voces deben ser escuchadas, especialmente en los organismos internacionales.

Debemos asegurarnos de que los gobiernos actúen con decisión -en asociación y solidaridad con las personas en situación de pobreza- para crear un crecimiento económico y un cambio social que promueva activamente la sostenibilidad medioambiental y la justicia social para todos.

¡Podemos lograrlo trabajando juntos de manera solidaria!