Filipinas |Reasentamientos masivos

Este artículo es un extracto del Volumen 2 de Artisans of Peace Overcoming Poverty (Artesanos de Paz para la Erradicación de la Extrema Pobreza).

El Gobierno está reasentando a miles de familias del Gran Manila en zonas situadas fuera de la capital. Una de las comunidades que debían ser trasladadas se encontrada ubicada bajo un puente. En ese lugar ATD Cuarto Mundo realizó bibliotecas de calle desde el año 1989. Ochenta de estas familias fueron reasentadas en 2014. Esto implicó tener que superar retos importantes tanto en la fase previa como después del traslado para que cada familia pudiera adaptarse a las nuevas circunstancias. La prioridad de ATD Cuarto Mundo ha sido sostener la solidaridad existente entre estas familias, prestando especial atención a quienes enfrentan mayores dificultades.

En 2012, tras varias procesos de reasentamiento sucesivos desde 1992, el Ministerio del Interior y la administración local planificaron el reasentamiento de 20 000 familias. El proceso continúa actualmente en curso como parte de un proyecto que persigue la limpieza de los canales urbanos contaminados y el traslado de las personas de lugares peligrosos que sufren frecuentes inundaciones. Como el calentamiento global provoca la subida del nivel del mar, las inundaciones empeoran y los reasentamientos masivos continuarán siendo necesarios en Filipinas.

El reto más importante para las familias a quienes se reasienta en zonas menos pobladas, totalmente nuevas para ellas, es encontrar nuevas fuentes de ocupación e ingresos. Cuando vivían bajo el puente, la mayoría solía vender pequeños artículos a los transeúntes que pasaban por el puente. Puesto que ahora residen en zonas donde no hay transeúntes, muchas familias, envían uno de sus miembros de regreso a Manila si quiere ganar algo de dinero. Sin embargo la distancia y el coste del transporte implican que los que tienen menos ingresos no pueden regresar más de una o dos veces al mes a sus casas.

Preparándose para el reasentamiento

La primera dificultad que encuentran las familias es lograr conseguir todos los documentos administrativos necesarios para ser elegibles para el reasentamiento. Esto tiene un coste: Cuatro dólares por algunos certificados, lo que representa un gasto importante para las familias que viven con lo justo. También es difícil para las madres y los padres con bajos niveles de alfabetización asegurarse de que los certificados de nacimiento que les entregan no contienen errores.

Dependiendo de los lugares de reasentamiento, se reagrupó a las familias para trasladarlas conjuntamente en una fecha determinada. Sin embargo varias fechas se programaron varias veces sin explicación, acarreando, en ocasiones, serias consecuencias. Por ejemplo, una familia no matriculó a sus hijos en el colegio durante su último año en el barrio situado bajo el puente pensando que sería mejor para ellos empezar tras el traslado, que fue pospuesto repetidamente.

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Lugares de realojo alrededor de Manila

La complejidad del proceso administrativo y las muchas incoherencias en la información disponible sobre los distintos emplazamientos dificultó que cada familia pudiera ser ubicada en el emplazamiento de su elección. Vecinos y familias extensas que esperaban ser reasentadas en el mismo emplazamiento se encontraban ahora dispersas en cuatro zonas distintas. Para salvar las distancias que les separan, entre 40 y 110 kilómetros, pueden necesitar entre tres y cuatro horas de viaje en diferentes transportes, un jeep, un bus, un triciclo y otro jeep. Las familias que no pudieron trasladarse en una fecha determinada no tuvieron generalmente otra opción que cambiar de emplazamiento. La agencia responsable de los trámites perdió el dossier de una mujer que posteriormente no fue autorizada a desplazarse el mismo día que la familia de su hermana. Le pidieron que volviera a presentar todos los papeles y cuando lo logró ya no la autorizaron a instalarse en el mismo emplazamiento.

El hambre como impedimento a la escolarización

Mientras las viviendas en las áreas de reasentamiento son menos peligrosas que las viviendas informales bajo el puente, algunas de las familias que más dificultades tenían para encontrar nuevas fuentes de ingresos dejaron de mandar a sus hijas e hijos al colegio tras el traslado. La razón principal es que no disponen de alimentos suficientes. Saben que si pasan hambre, sus hijos no aprenderán adecuadamente, además pueden avergonzarse si en el colegio los demás ven que no han traído nada que comer.

Los costes asociados a la escolarización son un elemento importante. Aunque la matrícula es gratuita, las familias deben pagar los uniformes, los zapatos, los cuadernos y la comida. Antes del reasentamiento, algunas familias recibían becas escolares para todos estos gastos por parte de asociaciones sin ánimo de lucro. Sin embargo la mayoría de estas becas se reservan a niños de zonas específicas, por lo que cuando una familia es reasentada las pierde.

Las familias que sufren mayores dificultades para ganarse la vida en sus nuevas viviendas también pueden enfrentarse a una elección dolorosa. Si sus hijos mayores son capaces de ganar dinero, tal vez sea lógico que ayuden a contribuir para los más pequeños, aunque esto implique el abandono de la escuela demasiado pronto.

Menos medios y más gastos

Además de haberse alejado de sus antiguas fuentes de ingresos, ahora cada hogar requiere más recursos para el aumento de gastos en las áreas de reasentamiento. En sus casas informales bajo el puente no pagaban alquiler, el agua era gratuita y estaba cerca y la electricidad sólo la contrataba la gente que se lo podía permitir. En los nuevos emplazamientos, cada familia tiene una hipoteca que pagar, el agua es cara y a menudo se debe sacar y transportar. La única forma de acceder a la electricidad es mediante el pago regular.

En algunos emplazamientos no se permiten los refrigeradores, aunque podrían ser de ayuda para las personas que venden alimentos, sirviendo para almacenar hasta el día siguiente los productos que no se han vendido. Una mujer explica: «Vendo verduras y sopa. Viajo cada día para comprarlas en el mercado, pero me gasto 2,25 dólares cada día y a veces solo gano 45 céntimos. A veces no vendo todo porque la gente no tiene dinero para comprar. Pero tengo que ir cada día al mercado porque no tengo refrigerador para conservar las cosas frías

Es difícil vender comida y pequeños utensilios prácticos en sitios con poca población, lejos del mercado y en zonas donde hay pocas oportunidades laborales. Se ofertan algunos trabajos para la construcción de futuros emplazamientos, pero no todas las personas están cualificadas para ese trabajo.

Solidaridad entre las Familias

Durante la conmemoración del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, en octubre de 2014, varios miembros de la comunidad hablaron de la ayuda mutua:

  • «Sabemos de sobra como agradecer a nuestros vecinos su ayuda: cuando no tenemos dinero, les damos arroz o cebollas, o les proponemos servicios, como ir a por agua a la fuente en su lugar.»
    «A todas las personas en el nuevo emplazamiento les corresponde una parte cuando llega alguna bendición, por pequeña que sea. Nos conseguimos apañar de alguna manera.»
    «Todas las personas nos ayudamos mutuamente, no solo económicamente sino también con buenos consejos.”
    «También hago encargos para los vecinos, como ir al mercado. Luego me dan un poco de dinero o algo de lo que han comprado.»

La solidaridad existe entre los miembros de la comunidad. Esto debería darse más a conocer y debería contar con el respaldo de los poderes públicos o las ONG que intervienen en las zonas de reasentamiento.

Las familias más sólidas han podido prosperar tras el reasentamiento, sin embargo, para otras, volver a empezar de cero está resultando demasiado duro. En reasentamientos anteriores, las familias que no conseguían nuevas fuentes de ingreso acababan regresando a Manila, aunque esto supone que no puedan ser reasentadas de nuevo y en ese caso, se exigió a cada familia derribar su casa antes de que se les permitieran ser reasentados. Así que, ¿qué alternativa les queda?.

Las personas que viven en la pobreza se ven gravemente afectadas por las consecuencias del cambio climático, viven en áreas particularmente vulnerables a los desastres naturales, como en Manila. También carecen de protección contra el impacto de las inundaciones y otras catástrofes naturales. Esto implica que seguirá habiendo reasentamientos, en Filipinas y en otros lugares. Basándose en la experiencia de esas ochenta familias, ATD recomienda que para los futuros proyectos de reasentamiento, la preparación incluya:

  • Implicar a los miembros de las comunidades como socios y diseñar el proyecto basándose en la experiencia de experiencias de pasados desalojos y reasentamientos;
  • Visita de los emplazamientos por una persona responsable de cada familia previamente al traslado, que incluya información específica y comprensible sobre los servicios básicos y las posibilidades laborales en las zonas de reasentamiento propuestas;
  • Asistencia social para guiar y apoyar a quienes puedan experimentar dificultades a la hora de obtener los documentos que se precisan para el proceso;
    Cursillos para reforzar o desarrollar las habilidades laborales que correspondan a las oportunidades existentes en la zona;
  • Apoyo y orientación continuos tras el reasentamiento para garantizar que cada hogar puede acceder a los servicios básicos;
  • Organizar el transporte para las personas que necesitan regresar a sus anteriores comunidades para obtener ingresos hasta que puedan encontrar nuevas fuentes de ingresos en el nuevo asentamiento o sus alrededores;
  • Apoyar a los miembros de la comunidad en su organización incluyendo a todas las partes interesadas.

Las personas que han sido reasentadas en el pasado, tuvieran o no una experiencia positiva, poseen un conocimiento sobre las mejoras a realizar en estos procesos en el futuro para que, a pesar de los profundos retos a los que la sociedad se enfrenta, no se deje a nadie atrás.

Fotos © ATDCuartoMundo Filipinas