El viaje de la marginación al activismo: empieza con «una semilla en el corazón» | Diana Skelton

  • «Cuando entramos en la sala con Martin Luther King, fue como hablar con alguien que tiene un aura alrededor, todo estaba en sus ojos. Pero, ¿agachamos la cabeza? ¡No! Le dijimos: Queremos respeto».— Jean Stallings

Por Diana Skelton

El 10 de diciembre, con motivo del Día de los Derechos Humanos, la miembro de ATD Cuarto Mundo Jean Stallings fue la invitada de honor en la ceremonia de inauguración de una exposición muy especial que se celebró en Londres bajo el título de Journey to Justice [Viaje a la Justicia]. La exposición consistía en la visita a escuelas y centros comunitarios localizados en distintos puntos del país. En estas visitas diversas personas veteranas de las luchas por la justicia social relataron la historia de los derechos humanos a los jóvenes quienes se inspiraron en estas experiencias para tomar iniciativas propias de acción.

La historia que Jean contó trataba sobre un aspecto del movimiento de los derechos civiles poco conocido. En los años 60, cuando Jean era joven madre soltera y no había espacio en ese movimiento para las mujeres como ella, la NAACP [Asociación para el Progreso de las Personas de Color] le negó la inscripción como miembro. Los problemas que preocupaban a las madres solteras se ignoraron. Además, Jean no se veía a sí misma como una activista hasta que un día, cuando se encontraba en una tienda de segunda mano buscando ropa para sus hijos, una mujer la invitó a una reunión sobre los derechos de las madres. Jean confiesa que:

«Dudé. Estaba aterrorizada por tener que cruzar la puerta de esa reunión con mis bebés en sus carros, pero ese día las demás mujeres me recibieron y plantaron una semilla en mi corazón que supuso el comienzo de mi viaje hacia el activismo. En ese momento no se reconocía a las madres solteras como seres humanos, nos marginaban por el color de la piel, además de por ser madre soltera. Los trabajadores sociales nos estigmatizaban y registraban nuestras casas desordenándolas por completo ante nuestras hijas e hijos, en busca del rastro de un hombre, tratando de probar que mentíamos cuando afirmábamos que éramos madres solteras. Nuestro propósito era que las personas supieran que queríamos que se nos tratase con dignidad. Otras mujeres de los movimientos de defensa de los derechos humanos me formaron, encontré mi propia voz, nos preocupábamos unas por otras incluso en momentos difíciles. Cuando pasas por los peores momentos, lo que más necesitas es a alguien que te mire a los ojos sin sentir aversión».
En 1968, Jean fue una de las pocas mujeres del país elegidas para reunirse con el Dr. Martin Luther King. De nuevo repite lo asustada que estaba: «Era la primera vez que viajaba en avión, no sabía si iba bien vestida. Una persona me dio unos zapatos, unos buenos, para que pudiera ponérmelos cuando encontrara al Dr. King. «Cuando entramos en la sala con Martin Luther King, fue como hablar con alguien que tiene un aura alrededor, todo estaba en sus ojos. Pero, ¿agachamos la cabeza? ¡No! A las defensoras del movimiento nacional de derechos humanos no nos llamaron «mujeres», nos llamaron «guerreras», «madres guerreras». Le dijimos: «Queremos reconocimiento, queremos respeto. Queremos formar parte de su movimiento, pero tendrá que incluirnos en sus conferencias. Tiene que contarle al país los retos que afrontamos, porque las madres son las portadoras de la siguiente generación».

En 1999, el viaje activista de Jean la llevó hasta ATD Cuarto Mundo donde durante años ha abogado por la defensa de los derechos en las Naciones Unidas, además de ayudar y orientar a personas y comunidades de escasos recursos que sufren situaciones difíciles. Al analizar el viaje realizado junto con miembros de ATD Cuarto Mundo en varias partes de América del Norte, de África y otros lugares, veo tres elementos principales que nutren la semilla del activismo presente en nuestros corazones:

  • Queremos explorar y descubrir a todas las personas y comunidades que todavía no conocemos, empezando por quienes han sufrido de manera más severa la pobreza. Nuestro objetivo es aumentar los vínculos entre las personas, independientemente de quiénes sean, desde la persona que vemos cada día y con la que resulta difícil hablar, hasta con los responsables políticos que merecen escuchar a las personas que viven la exclusión.
  • Buscamos firmemente aprender y entender más de cada persona y del mundo en su conjunto. En un mundo diverso, nuestras comunidades son diferentes y son igualmente diversos los retos que cada una de nosotras debe superar. Cada persona tiene una manera diferente de ver y de comprender el mundo, por lo que siempre nos necesitaremos unas a otras para ampliar nuestra comprensión común.
  • Con regularidad reunimos a personas de diferentes países que viven la exclusión y las peores situaciones de pobreza, pero que tienen algo importante que enseñar a los demás. Este tipo de reuniones internacionales entre expertos habitualmente esta reservado a doctores o científicos. Sin embargo, invertimos una gran cantidad de energía en dichas reuniones como la mejor manera de mejorar nuestra experiencia colectiva sobre el modo de superar la pobreza y la exclusión. Asimismo constituye un medio para comenzar a romper los prejuicios. Hay prejuicios en todas partes, pero adoptan diferentes formas. Cuando una persona crece siendo tratada como algo sucio, es muy difícil pensar que las cosas pueden ser diferentes. Como Jean Stallings dijo, puede resultar aterrador cruzar una puerta para conocer a personas extrañas y participar en una reunión. Conocer a personas de otras partes del mundo nos muestra a cada una de nosotras lo diferentes que son los prejuicios en cada lugar. Además puede ayudar a abrir la mente de una persona que ni tan siquiera se se atrevía a imaginar que merece ser tratada con dignidad y que tiene una importante contribución que aportar.

Muchos de nuestros miembros han buscado su propia voz, como afirmó Jean Stallings, una vez que se siembra la semilla del activismo en su corazón. Como movimiento, hemos buscado nuestra voz colectiva en la que cada persona tenga la oportunidad de desarrollar su propio pensamiento mediante el diálogo con otras personas.

Jean al referirse a las injusticias que las personas afrontan hoy día en el mundo, afirmó: «¡Tenemos problemas! pero no nos podemos rendir, debemos dejar a un lado nuestras dudas, nuestro miedo y nuestro enfado. Me desaliento cuando veo maldad pero, ¿Voy a dejar que la perversidad me alcance? ¿Puedo permitir que esta maldad me haga perder mis objetivos en la vida? La respuesta es: No. No podemos dejar que eso pase, nunca nos rendiremos».