Una taza de azúcar

Cuando mis hijos eran pequeños, en un momento dado vivíamos en un bloque de apartamentos, en un vecindario donde teníamos una vecina verdaderamente detestable. Cuando nos mudamos la vecina de arriba estaba asomada al balcón fisgando, cuando me soltó: «Eres otra de esas madres solteras. Probablemente, tus hijos tengan cada uno un padre diferente». Entonces añadió que haría mejor en apartarme de la mujer del noveno o tendría la misma mala reputación que ella.

Sinceramente, me preguntaba si debía evitar a la mujer del noveno piso.

  • Pero me parecía realmente asqueroso que hubieran estigmatizado ya a alguien a quien ni tan siquiera conocía. Mi compromiso con ATD Cuarto Mundo me empujó a actuar de otra manera.

Un día fui a llamar a la puerta del noveno y pedir prestada una taza de azúcar (cuando realmente no lo necesitaba). Sharon me miró extrañada, pero aceptó. Entonces, a la mañana siguiente volví a llamar a su puerta para devolverle el azúcar. Estaba bastante sorprendida porque no se esperaba en absoluto que viniera a devolvérselo.
Antes de que pudiera cerrar la puerta le dije, «¿quieres venir a tomar un café?, ahora tengo un montón de azúcar».
Me lanzó otra mirada y me preguntó: «¿Por qué vienes a pedirme esto?, ¿nadie te ha hablado de mí?».
«No, simplemente pensaba que podríamos hablar».
Entonces aceptó, y así fue como comenzamos a ser amigas. Resultó ser cierto que Sharon había pasado por momentos difíciles. Cuando era niña, los servicios sociales la separaron de sus padres y después a ella le sucedió lo mismo con su hijo, también le separaron de ella y lo pusieron a disposición de los servicios de protección de menores. Estaba esperando a otra criatura y le preocupaba que no le permitieran quedarse con el bebé. Sabía que tenía mala fama en el barrio, las personas decían todo tipo de cosas malas sobre ella que eran completamente falsas.

Una vez que empecé a pasar tiempo con ella, muchas de esas personas empezaron también a evitarme o a preguntarme: «¿Por qué vas con ella?». Si no hubiera conocido ATD Cuarto Mundo, probablemente no lo hubiera intentado. Pero otro miembro de la asociación solía decirme: «Algunos de nosotros hemos nacido en situación de pobreza y estamos destinados a pasar toda nuestra vida en la pobreza porque nadie quiere que dejemos de ser pobres».

Durante cuatro generaciones los servicios sociales le habían retirado la tutela a miembros de su familia. ¿Por qué continuaba sucediendo?

Sé lo que se siente cuando otras personas te miran con desprecio, pensando que eres una persona sucia.

  • No se dan cuenta de que tal vez no te has lavado el pelo porque has terminado todo el agua caliente bañando a tus hijos. Miran tus zapatos reparados con celofán y te echan esa mirada. Simplemente te destrozan. Entonces, debemos apoyarnos mutuamente.

Creo que es importante buscar a las personas que se encuentran en las situaciones más graves de exclusión y ser, al tiempo que aprendemos de ellas, una oportunidad.
Sharon ahora también piensa lo mismo. De hecho, ella cuenta esta misma historia para ayudar a los profesionales del trabajo social a entender mejor la pobreza. Y añade, «ATD [Cuarto Mundo] es lo mejor que me ha pasado porque me siento normal cuando estoy con otras personas». Todas las personas, todos nosotros, necesitamos un lugar en el que sentirnos «normales», sin nadie que haga añicos nuestra dignidad.

Play with Vimeo

By clicking on the video you accept that Vimeo drop its cookies on your browser.

En este vídeo, Moreane Roberts toma la palabra junto con otros militantes Cuarto Mundo.

Más historias de cambio en el blog 1001 Historias de Resistencia