Sin hogar, pero llenos de esperanza

El 17 de octubre de 2016, Nicole Maucher y Johnny Ocean tomaron la palabra en la conmemoración del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Actualmente, residen en un centro de acogida y han afrontado numerosas dificultades. En una jornada donde las personas que viven las situaciones más graves de miseria tienen la palabra e invitan a la sociedad a comprometerse junto a ellas para luchar contra la miseria, su testimonio tuvo un gran impacto en el público presente y aportó una nueva mirada sobre las personas sin hogar.

Aunque su familia vive en un centro de acogida, cuando Nicole Maucher habla de sus preocupaciones, no se refiere a la falta de hogar o de dinero; y cuando Johnny Ocean describe sus esperanzas y ambiciones, el dinero es el último punto de su lista, prefiere hablar de su compromiso: «No quiero dinero, solo quiero ofrecer a las personas una nueva perspectiva».
Esta pareja nos recuerda que no hay que entender la pobreza únicamente desde el punto de vista material, sino que tiene dimensiones humanas y sociales.

Testimonio de Nicole Maucher et Johnny Ocean el 17 de octubre de 2016

Ceremonia de conmemoración en la ONU, foto ONU / Kim Haughton

Johnny: A veces, me siento humillado porque sé de corazón lo que quiero para mis hijas e hijos, pero no lo puedo realizar debido a la situación actual. De momento no tengo los medios para hacer lo que quiero con mis hijas e hijos, esas cosas cuya importancia descubres cuando creces. Este verano, no pudimos realizar muchas actividades en familia porque no teníamos dinero, y cuando lo tuvimos, había facturas y otras cosas que pagar. Como padres, nos sentimos humillados.

Nicole: Vemos como encasillan a nuestra hija porque vivimos en un centro de acogida, como si no tuviera la misma importancia que otras niñas y niños que viven en una verdadera vivienda. Destinie tuvo algunos problemas el año pasado. Necesita un tipo de apoyo suplementario, hablamos con el profesor responsable de este apoyo, pero nunca recibió ayuda. Muchas niñas y niños que viven en centros de acogida se trasladan con frecuencia. Algunas personas necesitan más tiempo que otras para adaptarse a la escuela y no creo que las escuelas sean conscientes de ello. Nuestra hija nos ha dicho que cuando pide ayuda, raramente la recibe. La hemos ayudado lo mejor que hemos podido en casa y este año decidimos cambiarla de escuela para que pudiese recibir una enseñanza mejor. Como consecuencia de esa falta de apoyo del pasado año, tuvo que volver a empezar el último año de preescolar porque no tenía los conocimientos necesarios para empezar primaria.

Johnny: Me duele realmente ver que en la escuela infantil las personas pueden mirar a las niñas y niños por encima del hombro. Me di cuenta de ello cuando iba a la escuela, tenía problemas porque me portaba mal, al igual que el resto de niñas y niños. Pero siempre era yo el que tenía problemas y, en lugar de sentarse a mi lado y ayudarme, los profesores únicamente me ignoraban y me pasaban al curso superior. Tengo 27 años y todavía no sé leer ni escribir correctamente. Aunque nunca he repetido curso, empecé a sentirme perdido y, al final, dejé la escuela. La escuela debería ser un lugar de aprendizaje para todas y todos.

Pero si vives en un centro de acogida, o estás sin hogar o vives en la miseria, ¿no puedes recibir la misma enseñanza que el resto? Tomad el tiempo necesario y brindad apoyo a las niñas y niños, no os dediquéis únicamente a pasarlos de curso. Todas las personas son inteligentes y pueden aprender y, por tanto, todos los docentes deberían enseñar de manera equitativa a todas las niñas y niños. Es importante garantizar que cada persona tiene la oportunidad de acceder una educación escolar de calidad y encontrarse a gusto en la escuela. Porque si la persona no se encuentra a gusto, lo más probable es que abandone la escuela, y si no asiste a la escuela se tienen más posibilidades de terminar en prisión o de cometer algo ilegal, o se verá obligado a realizar un trabajo con un salario mínimo y a vivir en situación de miseria durante mucho tiempo.

Nicole: Como personas adultas, de continuo sentimos que nos humillan. He trabajado en un programa de actividades para niñas y niños que viven en familias de acogida. Me encantaba trabajar allí y ayudar a los menores. Había un niño autista que formaba parte del programa desde hacía dos años, cuando comencé a trabajar allí. No hablaba con nadie y únicamente respondía sí o no con la cabeza.

Tras dos semanas de estar allí, era capaz de mantener conversaciones completas conmigo y entonces, un día, me dijeron que no tenía interacción con los niños y me despidieron. Incluso después de haberme ido, otra chica que trabajaba allí me dijo que las niñas y niños seguían preguntando cuándo iba a volver. Nunca me explicaron en qué consistía el hecho de no tener interacción con ellos.

Vivir en la miseria es luchar sin descanso: no tienes muchas opciones. Puedes lograr conservar un techo sobre tu cabeza, pero no puedes pagarte el transporte para ir a trabajar.
Espero que mis hijas e hijos puedan tener una vida mejor, voy a hacer todo lo posible para que tengan la mejor educación posible.

Johnny: Yo también voy a hacer un esfuerzo, volveré a la escuela, intentaré hacer todo cuanto pueda. Quiero crear un centro, un lugar donde personas diferentes puedan convivir. En ese centro quiero que haya niñas y niños, mujeres embarazadas y padres. Quiero lograr ayudar a todas las personas a través de programas como el apoyo escolar, intercambios, actividades familiares, etc. Durante un tiempo, no creía en mí mismo y pensaba que no podía llevar a cabo este proyecto, pero cuanto más centros visito, las personas más me alientan. Quiero poder hacer más. No quiero dinero, solo quiero ofrecer a las personas una nueva perspectiva.

Para erradicar la miseria, ¡nuestra fuerza es la esperanza! Incluso cuando nos encierran, no pueden arrebatarnos nuestra libertad, nuestros derechos, nuestra conciencia, lo que construimos en nuestro fuero interno. Creo que en el mundo, en Francia, en Italia, en Oriente Medio o en el sur, si pudiéramos dejar nuestras diferencias a un lado y unirnos… Unidos, nos mantenemos en pie; divididos, ¡nos caemos! Este cambio tendrá que realizarse.

Véase el vídeo de la ONU: «De la humillación y la exclusión a la participación: poner fin a la pobreza en todas sus formas».

Fotos del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza en la sede de Naciones Unidas

Donald Lee, foto ONU/Kim Haughton
Foto ONU/Kim Haughton
Sparsh Shah. Foto ONU/Kim Haughton
Kimberly Tire. Foto ONU/Kim Haughton
Mariyamou Drammeh. Foto ONU/Kim Haughton