¿Qué economía queremos construir?

El 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores es una buena oportunidad para dar visibilidad al trabajo no reconocido, y definido como informal, de personas en situación de pobreza, con frecuencia alejadas y poco representadas por el ámbito del trabajo asalariado. En efecto, en todo el mundo las personas en situación más grave de pobreza desarrollan habilidades prácticas que no son reconocidas por la sociedad y que les permiten crear actividades generadoras de recursos y redes de solidaridad.
En este día proponemos una serie de artículos que rindan homenaje a estas personas invisibles que, sin embargo, a su escala, contribuyen a preservar los recursos limitados del planeta y a reafirmar una economía más humana.

Intervención de Gérard BUREAU, voluntario permanente, durante el Congreso de Economía Profética, celebrado cerca de Roma (Italia).

Gérard Bureau durante su intervención

La economía es la producción de bienes necesarios para la vida. Esta palabra siempre se tendría que utilizar en su sentido más noble, ese que contribuye a la construcción de la paz y los derechos humanos en todo el mundo. Sin embargo, la economía se ha vinculado únicamente con el término mercado, economía de mercado, que hace honor a su nombre, pues el mercado impone lo que se debe producir y como hacerlo.

  • Esta economía despilfarra los recursos fundamentales, destruye el planeta, genera exclusión y empuja a la migración a quienes no pueden mantener su enloquecido ritmo de productividad y competitividad.

La economía de mercado se ha transformado en una economía financiera y, después del petróleo, codicia el mercado del agua o de las tierras cultivables para garantizar la seguridad alimentaria de los países más desarrollados en detrimento de pequeños productores.

  • Dos mil millones de personas, entre las que nos encontramos la mayoría de nosotras, viven más o menos bien de la economía de mercado, e incluso se acostumbran a ella aun cuando la denuncien. Cinco mil millones de personas la sufren e incluso se han empobrecido con ella.

Existe otra palabra que puede asociarse a la economía, es la palabra humana, una economía humana, una economía abierta a iniciativas donde se comparte. Ella también hace honor a su nombre, es una economía que tiene su fundamento en las necesidades principales de las personas y produce todo lo necesario para la dignidad humana; una alimentación sana, educación para todos, una vivienda adaptada, trabajo decente, etc. Pasar de una lógica de mercado a una lógica humana sería una revolución.

De una economía de mercado a una economía respetuosa de las personas y de la Tierra

Se trata de pasar de una economía de mercado a una economía humana, a una economía respetuosa de las personas y del planeta, una de las prioridades de ATD Cuarto Mundo. A partir de personas concretas y de sus iniciativas podremos volver a tomar las riendas de la economía. A continuación voy a presentar a algunas personas que ya están inventando esta economía, solas o en proyectos que asocian a personas de diferentes ámbitos de la sociedad en ONG, empresas solidarias, etc.

Ante la globalidad de los retos mundiales ¿cuál es la representatividad de las iniciativas de unas pocas personas? ¿Qué impacto pueden tener en la resistencia contra la economía de mercado y lograr su transformación? ¿No se trata de una gota de agua en un océano?

  • Si queremos poner al ser humano en el centro, estas pocas personas representan a quienes sufren la injusticia de esta economía y son mucho más creativas de lo que imaginamos.

Su experiencia interpela a quienes rechazan esta economía injusta y buscan caminos alternativos y a la clase política para que su contribución se tenga en cuenta en pie de igualdad con las propuestas de los economistas.

Carmen es española, vive en situación de pobreza y de desesperación ante esta pobreza. En un momento dado le faltaba voluntad para seguir viviendo pero encontró a otras personas en lucha y afirma: «He aprendido a no dejarme hacer cuando no respetan mi dignidad». Carmen representa a las millones de personas que viven en situación de exclusión en nuestros países occidentales, aisladas e invisibles y que únicamente logran prosperar cuando se convierten en protagonistas de sus propias vidas y no en beneficiarios de los excedentes de la economía de mercado. Actualmente trabaja como planchadora y también recibe una indemnización complementaria del Estado. Con esta seguridad se ha impuesto la responsabilidad de ir al encuentro de otras personas invisibles como ella para compartir esta idea de resistencia posible, además, reúne a niñas y niños de su barrio para que puedan construir amistad y dignidad entre ellos.

Louise es de la República Democrática del Congo, mamá Louise, como la llaman con respeto. Trabaja como cargadora de bultos en el mercado, entre 40 y 70 kg que transportar unos cuantos kilómetros, hasta 10, incluso más: «Alguna vez mi vecina no tiene que comer. No puedo darle, yo misma no tengo suficiente para mí. Pero le propongo que lleve la mitad de mi carga, compartimos el trabajo y el dinero». Esta mujer es una experta en economía humana, comparte incluso lo que es necesario para ella.

Jehida, Jean-François y Juliette forman parte de la empresa solidaria Trabajar y Aprender Juntos, en Francia. TAJ (TAE por sus siglas en francés) se creó a partir de personas desde hace mucho tiempo rechazadas por la economía de mercado y personas «integradas» que no querían seguir trabajando para la economía de mercado. Existen otras dos iniciativas similares en Guatemala y en Madagascar. En estas empresas hay personas que aprenden a trabajar conjuntamente, que aprenden a inventar en común su trabajo de modo que sea productivo y gratificante. Un trabajador dice: «Trabajamos para producir y trabajamos para ser solidarios».

¿Vamos a seguir sufriendo la economía de mercado o vamos a intentar contribuir a iniciativas que favorecen una economía en la que todas las personas puedan contribuir?

  • Cuando nos vemos confrontados a la pobreza, progresamos si logramos ser protagonistas de nuestra propia vida, junto con los demás, y no cuando somos dependientes de la asistencia y nos encontramos solos.

Para retomar una reflexión de Joseph Wresinski, fundador del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo: Vamos a permanecer impotentes contentándonos solo con denunciar. ¿O bien vamos a repensar nuestros ideales, individual y colectivamente, en este caso, el ideal de una economía realmente al servicio de todas las personas? Es el gran desafío de nuestra época, un reto accesible, porque podemos decidirlo en cada una de las opciones cotidianas que tomamos.