La falta de sentido político de los pobres es un mito

Dibujo: Polonia, Día Mundial de la Lucha contra la Extrema Pobreza en Varsovia – AR0200114002 © Jean-Pierre Beyeler


En estos momentos se habla mucho de protegerse de la enfermedad, y  es algo sin duda necesario. La preocupación sigue siendo que las medidas adoptadas para hacer frente a la crisis sanitaria están empujando a muchas personas al hambre. En todo el mundo, los pobres están siendo golpeados duramente. En el texto1 siguiente, extraído de un libro de entrevistas con Gilles Anouil, Joseph Wresinski evoca este período particular de mayo de 1968 en el que el hambre también estaba presente en las ciudades y los barrios marginales.

  • J.W: Me parece que hemos progresado. Sobre todo a partir de 1968, un año que no experimentamos de la misma manera que otros. Buena parte del mundo obrero creyó, como en 1936, encontrarse con una nueva liberación, una etapa hacia una sociedad más justa. En las ciudades, descubrimos que además de carecer de derechos, el subproletariado quedaba excluido de los combates por los Derechos Humanos. Ni estaba presente ni siquiera representado en ninguna parte… En 1968, comenzamos a hablar públicamente sobre el «pueblo» y su derecho a la representación.

G.A: Así los subproletarios, ¿no estaban en las calles?

  • J.W: Algunos jóvenes subproletarios estaban dichosos de mezclarse con los otros. La población como tal permaneció inmóvil, acosada por el hambre. Entonces comprendimos que participar en el combate suponía tener alguna reserva, algo que perder, el cobate no era para los que no tenían “nada que perder”.
  • Los más pobres perdían los empleos trabajosamente obtenidos, todos los subsidios quedaban interrumpidos. Vi barriadas enteras condenadas a vivir durante más de un mes de rapiñas, de limosna, de la caridad. Los ayuntamientos, que se suponía que debían mantener a estas familias en primer lugar, no concedían ninguna ayuda, con el pretexto de que no se trataba de trabajadores regulares.
  • A veces, estudiantes que disponían de restos de comida después de haber abastecido a los trabajadores en huelga pasaban por un barrio de chabolas. Tiraban por allí alimentos, en general ya echados a perder. Vi un bulto de pescado, ya bastante pasado. Fue echado al suelo y los vecinos se pelearon para tener su parte. Rara vez he tenido un sentimiento tan fuerte de estar entre un pueblo maniatado por la misma indigencia, la misma humillación.
  • Mayo y junio de 1968 fueron meses de hambre en las barriadas, y para el 14 de julio organizamos nuestra primera fiesta de los Derechos Humanos. Era en «La Cerisaie», en Stains y habíamos creado desde mayo un movimiento de estudiantes «El saber en la calle»2. Para el 14 de julio escribieron y montaron una obra de teatro explicando el lugar de los más pobres en la Revolución Francesa. Nuestro voluntariado se convertía en defensor de los Derechos Humanos.

G.A: Emprendiendo combates fuera del alcance de las familias ¿No abandonaba usted su línea de conducta? Las familias no podían haber adquirido el sentido político necesario para este tipo de lucha.

  • J.W: La falta de sentido político de los pobres es un mito inventado por los pudientes. No cabe duda de que nuestras maneras abstractas de tratar las cuestiones políticas en nombre de nuestras doctrinas no pueden interesar a los hombres y mujeres que se ven obligados a enfrentarse con dificultades concretas para salvaguardar existencia y dignidad. Pero basta con compartir estas vivencias y analizarlas juntos para darse cuenta del realismo político del Cuarto Mundo. Éste nos revela el grado de abstracción, de falta de sentido de la realidad en otros ambientes.
  • …Esta situación intolerable nos obligó a tomar una decisión y la tomamos con el pleno acuerdo de las familias, empujados por ellas. El hambre nos había empujado a recolectar comida y ropa. Las familias fueron invitadas a formar comités locales para distribuirlas según las necesidades de cada uno. Era la primera vez que se tomaba una responsabilidad colectiva en las barriadas más pobres de Francia. El debate sobre la prioridad del más pobre, del más hambriento, del niño más abandonado se llevó a la plaza pública, en el corazón de los sucesos.
  • Las familias salieron muy airosas de su cometido; en aquellas semanas pudimos ir por doquier. Y además se afirmaron como pueblo. Los que nos conocían hacía tiempo, encontraron muy natural que ensancháramos nuestro radio de acción a ciudades previamente desconocidas. Unas y otras intercambiaron sus quejas.

Desde hacía años sabíamos que nuestra tarea consistía en sacar a un pueblo de la sombra, ayudarle a escribir su identidad en la historia, hacer que asumiera su papel frente a sus conciudadanos.

  • Mayo y junio de 1968 fueron un tiempo intenso donde aprendimos a traducir esta finalidad en términos de acción para los Derechos Humanos. Esto fortaleció el voluntariado, pues encontró otro clima, nuevos instrumentos y una nueva estrategia.

Para comprar el libro, haga clic en la imagen.

 

  1. Extracto del libro Los Pobres son la Iglesia, entrevista de Joseph Wresinski con Gilles Anouil, publicado por las ediciones Cuarto Mundo, 1999
  2. Saber en la calle: lanzada en junio de 1968 entre los estudiantes a raíz de los acontecimientos de mayo, la operación «Saber en la calle» invitaba a los jóvenes que tenían la posibilidad y el privilegio de estudiar a venir a compartir sus conocimientos con los niños de los barrios desfavorecidos. Las bibliotecas de calle se extendieron entonces por todo el territorio y en todos los lugares donde el Movimiento estaba presente, llevando libros pero también otras actividades culturales: canto, poesía, música, dibujo, pintura, ordenadores, etc.