Buscando una vivienda digna

En 2017, ATD Cuarto Mundo hizo una invitación a escribir, ante situaciones de injusticia y extrema pobreza, historias reales de transformación que muestran que cuando nos unimos en una misma lucha podemos lograr que la miseria retroceda.
En nuestro sitio web para favorecer una expresión colectiva intentamos no firmar los artículos, salvo en casos excepcionales. En este caso se trata de personas precisas que intentan poner en valor historias experimentadas en primera persona.

La siguiente historia está escrita por la señora Maritza Orozco (Guatemala).

Hace nueve años que vivo en un pequeño asentamiento en la ciudad de Guatemala. Llegué a este lugar junto a mis hijos. El asentamiento se creó cuatro años antes y lo componen dieciocho familias que vienen de diferentes partes del país y que como yo, sobreviven del trabajo informal o un trabajo formal que funciona por épocas del año.

  • Llegar a gozar del derecho de vivir dignamente ha sido un gran desafío, ¡luchamos por eso y luego de mucho esfuerzo lo logramos!.

En el terreno que nos instalamos no había agua potable, hablé con mis vecinos para que me apoyaran mientras yo la instalaba y fue así que cada día la recibía por medio de una manguera. Como tampoco había energía eléctrica, todos los vecinos nos organizamos para hacer la solicitud ante la empresa eléctrica, pero la negaron porque no teníamos los documentos del terreno. No tuvimos otra opción que tomar la energía del alumbrado público. Así pasamos varios meses hasta que la empresa eléctrica nos descubrió y nos la cortó a todos.

Pasamos dos meses en oscuridad, hasta que un día decidimos volver a insistir en la solicitud del servicio; esta vez conseguimos que la empresa eléctrica la aceptara, aun sin tener los documentos, al final no todas las familias tuvieron la posibilidad de pagar la conexión.

Después de esto, el comité de vecinos que existía nos reunió para decirnos que teníamos que salir del lugar porque los terrenos pertenecían a la escuela de la colonia. El miedo se apoderó de muchos pues no tenían a dónde ir si los quitaban de allí. Convocamos a todas las familias para hablar de lo que podíamos hacer ; era necesario legalizar los terrenos porque así viviríamos sin miedo a ser desalojados.
De lo que estábamos de acuerdo era que no queríamos el terreno gratis, éramos conscientes que tenía un precio y lo íbamos a pagar.
Para esto formamos un pequeño comité que se encargaría de los trámites que era necesario hacer y de informarnos sobre cómo avanzaban. Lo primero que decidimos fue ir en búsqueda de las autoridades correspondientes para solicitar la legalización (Ministerio de Educación y el Fondo para la Vivienda).

Mientras buscábamos las respuestas a nuestra demanda a una joven que era parte del comité se le ocurrió que pintáramos nuestras casas de color blanco, porque el color blanco trasmite paz. Todos estuvimos de acuerdo, era una manera de estar unidos, y también transmitir a los otros vecinos que estábamos en una lucha común, que no queríamos problemas, lo único que deseábamos era un lugar para vivir con nuestros hijos.
¡Era bonito ver las dieciocho casas pintadas de un solo color!

En el Ministerio de Educación nos dijeron que la escuela no estaba interesada en el terreno y que podíamos hacer la solicitud ante la institución encargada de la vivienda. Después de meses de encuentros y diálogos con las autoridades logramos que el Fondo Guatemalteco para la Vivienda iniciara el trámite para la escritura de los terrenos.
Hoy en día la mayoría tenemos energía eléctrica, agua, drenajes y un camión pasa cada semana recogiendo la basura de las casas. Algunos vecinos han empezado a construir formalmente sus casas poco a poco, ahora ya no existe el miedo al desalojo, a pesar de que las escrituras de los terrenos no han salido para todos a causa de los trámites en la administración pública, sabemos que es un proceso lento pero que está ya ganado.

La unión entre vecinos fue indispensable. Siempre hubo diálogo para llegar a acuerdos, nos escuchábamos cuando habían propuestas. Esta solidaridad se ha ido construyendo a partir de la lucha que todos hemos hecho.

Para saber más, visite el blog 1001 Historias de Resistencia