Se busca: Inteligencia a pie de calle para el mundo | Diana Skelton

En la República Democrática del Congo, al igual que en muchas otras partes del mundo, las niñas y niños saben cómo fabricarse sus propios balones de fútbol, como éste, hecho de papel, plástico y cuerda. (Fuente: http://otracosa.skynetblogs.be/archive/2006/11/index.html)

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Diana Skelton

«La escuela me odia.» Tan solo unas horas antes, esta niña de Nueva Orleans estaba emocionada por su primer día de guardería. Pero un solo día de escuela ya ha hecho que se sienta estúpida. A las personas que viven en situación de pobreza se les hace sentir estúpidas una y otra vez: «Será un fracasado como su padre, ni siquiera debería estar en esta clase.» «¿Qué te hace pensar que serás capaz de criar a un niño?» «No deberías estar aquí, estás en medio, lo atrasas todo

Un nuevo estudio afirma que la pobreza daña la inteligencia de las personas

Dos estudios, uno realizado en Princeton, Harvard y en la Universidad de Warwick, y otro citado por la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, defienden lo siguiente:

«Investigaciones recientes encontraron que la pobreza impone un tipo de gravamen al cerebro. Absorbe tanta actividad cerebral —una capacidad que se malgasta en batallar por establecer un orden económico, los escasos recursos, la disparidad entre las facturas y los ingresos— que las personas en situación de pobreza disponen de menos recursos cognitivos para prosperar como madres y padres, en el ámbito educativo o en el laboral. Vivir en situación de pobreza es como arrancar 13 puntos al CI, al tiempo que usted intenta mantenerse a flote con todo lo demás. […] Esta investigación ofrece un panorama rápido del efecto que la pobreza tiene sobre una persona en un momento determinado. […] Pero los científicos también sospechan que las desventajas de la pobreza —y esos momentos— se acumulan a lo largo del tiempo. Vivir en situación de pobreza durante años e incluso generaciones, así como sus efectos, aumentan de manera más insidiosa. Vivir en situación de pobreza siendo niño también afecta a la persona cuando es adulta.»

Es conveniente entender de manera más completa el grado de destrucción ocasionado por los problemas de la pobreza y en qué medida destruyen las posibilidades de las personas para prosperar. Sin embargo, el enfoque de esta investigación guarda relación con «el deterioro de la función cerebral» y la consiguiente pérdida de puntos de CI y recuerdan espantosamente al libro The Bell Curve de Charles Murray y Richard Herrnstein publicado en 1994. Este libro vinculaba los bajos resultados obtenidos en las pruebas por personas afroamericanas, con diferencias hereditarias raciales de inteligencia. Mientras otros investigadores rápidamente pusieron a prueba de manera notable estas premisas y suposiciones, el libro continuó citándose ampliamente durante muchos años. Sus argumentos no solo sirvieron para alimentar los estereotipos racistas, sino que contribuyeron a una comprensión fragmentada de la noción de inteligencia.

En realidad, el responsable de la investigación de uno de los estudios, el profesor de la Universidad de Harvard Sendhil Mullainathan, enmarca su investigación con muchos más matices: «Esto no quiere decir que las personas que viven en situación de pobreza sean menos inteligentes que las demás. Lo que mostramos es que la misma persona, cuando vive en situación de pobreza, sufre un déficit cognitivo, a diferencia de cuando no vive dicha situación«. Desgraciadamente, muchos artículos que citan a Mullainathan ofrecen el mensaje opuesto, por ejemplo el titular de MSN señalaba: «Las preocupaciones económicas pueden hacer que seas menos inteligente

Las pruebas de Coeficiente Intelectual, como las SAT y otras muchas pruebas estandarizadas, miden, por supuesto, ciertos aspectos de la habilidad mental —especialmente las relacionadas con el tipo de inteligencia con las que las personas que elaboran estas pruebas están más familiarizadas— pero estas pruebas ignoran totalmente otros aspectos de l inteligencia.

Mientras el estrés y el caos de la pobreza realmente consumen la energía mental de las personas, la experiencia de ATD Cuarto Mundo nos enseña que, de diversas formas, también agudizan la inteligencia. Las personas en situación de pobreza regularmente inventan diferentes modos de afrontar los problemas que a otras personas les desconcertarían totalmente.

Filipinas y Madagascar

Por ejemplo, en una visita realizada el pasado mes a Filipinas, visité una comunidad que vive bajo un puente en Manila. Esta comunidad constituida por cerca de 500 personas, no solamente vive en las orillas del río, sino que ocupa también cada milímetro del espacio inferior del puente de un lado al otro del río. Lo constituyen cerca de 100 construcciones diversas, algunas equipadas inclusive con generadores y ordenadores. La mayoría de las viviendas son minúsculas y se construyeron en distintos momentos a medida que aumentaba la familia extensa. En nuestra página web señalan, «Tenemos que ser muy creativos y tener recursos para construir nuestras viviendas. Aunque no tengamos estudios superiores, de algún modo somos arquitectos. Sabemos cómo organizar nuestras pertenencias en este espacio tan reducido.» Es cierto que son arquitectos. Pese a que cada persona merece una vivienda más segura, en el fundamento mismo de estas viviendas encontramos una asombrosa proeza de ingeniería. Observo la misma inteligencia en el ámbito del trabajo en Madagascar, donde familias que no cuentan con construcciones en duro viven en chabolas improvisadas en un basurero. Mientras las autoridades destruyen periódicamente sus viviendas, estas familias suelen encontrar otras vías para reconstruirlas, normalmente sin más ayuda que unas lonas de plástico, cartón y cuerdas. En la sociedad actual, las personas, cuánto más avanzan en el sistema de educación formal, en menor medida se ven obligados a fabricar todo lo que necesitan para vivir. Sin embargo, cuando viven en situaciones de pobreza, las niñas y niños empiezan sus vidas inventando juegos a partir de trozos de cuerda y plásticos.

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Otra comunidad en Filipinas vive en una zona industrial del muelle donde se apilan contenedores con una altura de más de veinte pisos. Enormes camiones entran y salen salpicando barro y polvo, además, habitualmente hay una montaña de polvo de carbón que esparce hollín a su alrededor. Algunas familias viven en un callejón donde entra tan poca luz natural que parece que esté anocheciendo incluso a medio día, otras personas viven en un alojamiento provisional dividido en cuartos sin ventanas. Muchas personas, si de repente se vieran forzadas a vivir sin luz natural, no tendrían la fuerza mental ni la resiliencia para hacer frente a semejantes condiciones anormales. Pero de hecho, un grupo de adultos de la comunidad no solo encontró el modo de afrontar los problemas cotidianos de la vida, sino que contribuyeron a elaborar y llevar a cabo dos de nuestros proyectos de investigación-acción participativa en los últimos años. Uno sobre la violencia de la pobreza y la busca de la paz, y otro sobre la evaluación del impacto de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Las personas que viven en situación de pobreza tienen un tipo de inteligencia que el mundo ignora. Es cierto e injusto que sus diferentes experiencias no les procuran las habilidades necesarias para realizar un test de CI, ni tampoco para poder superar muchos cursos de formación o desempeñar ciertos trabajos. Necesitamos redefinir en profundidad la educación de modo que pueda liberar el potencial de cada niña, de cada niño. Pero, al mismo tiempo, las personas que viven en situación de pobreza, continuamente aprenden y aplican sus conocimientos para tratar de afrontar la vida desde el hacinamiento y los escasos recursos. En un planeta puesto a prueba, al borde del colapso por el consumo excesivo de los recursos naturales, necesitamos aprender a partir de su ingenio y creatividad el modo en que todas las personas puedan vivir con menos. Las personas que viven en situación de pobreza no tienen otra elección frente al acoso, la discriminación y la estigmatización que sufren. En un mundo en el que la diversidad y la migración con demasiada frecuencia generan conflictos, necesitamos aprender de su inteligencia emocional y del modo en que las personas pueden aprender a cooperar, a desarrollar un entendimiento mutuo y a avanzar conjuntamente hacia la paz.

El mundo está desaprovechando la inteligencia de las personas en situación de pobreza. Ante los retos globales que afrontamos, cada inteligencia es necesaria, no podemos permitir que ninguna niña ni ningún niño piense que la escuela le odia.