«¡Ang Galing!», ¡eres genial!

En 2017, ATD Cuarto Mundo hizo una invitación a escribir, ante situaciones de injusticia y extrema pobreza, historias reales de transformación que muestran que cuando nos unimos en una misma lucha podemos lograr que la miseria retroceda.
En nuestro sitio web para favorecer una expresión colectiva intentamos no firmar los artículos, salvo en casos excepcionales. En este caso se trata de personas precisas que intentan poner en valor historias experimentadas en primera persona.
Por el equipo de ATD Cuarto Mundo de Filipinas.

Es una expresión en tagalog que se utiliza como exclamación y equivale a decir: ¡fantástico!, ¡estupendo!, ¡eres genial!. Se utiliza como reconocimiento, como una forma de alentar a alguien por el trabajo bien hecho.

¡Ang Galing! también es el nombre del programa de apoyo escolar, animado por los miembros de ATD Cuarto Mundo Filipinas en el Cementerio Norte de Manila. Cada sábado, los niños se reúnen en un mausoleo para aprender a leer y escribir. El proyecto comenzó en el año 2012 con veinte niños y cuatro educadores voluntarios. Entre 2014 y 2015, con el apoyo del equipo de comunicación de ATD Cuarto Mundo Manila, a través de los medios sociales y nuevas colaboraciones con las escuelas, consiguió movilizar a una persona voluntaria para cada menor. Se requiere de una inversión humana de tal magnitud porque cada niña o niño tiene diferentes niveles de aprendizaje.

  • Comenzar por las necesidades individuales y no por el programa de estudios o por el educador, constituye uno de los principios de acción de ¡Ang Galing!.

Al término del programa se hace entrega de un diploma a los participantes que reconoce su nivel de lectura y de escritura.

El joven Rom vive junto a su familia en el Cementerio Norte. Durante tres años asistió a la escuela, pero no continuó. Su relación con los demás miembros de la comunidad no es fácil, muchos consideran que es poco inteligente. Participa en el proyecto desde el 2013. Al principio solo venía de un modo esporádico. Después, a través de diversos juegos didácticos y pedagógicos, fue paulatinamente participando en la dinámica del programa hasta asistir regularmente cada sábado.

Al principio, Rom no sabía leer ni escribir. Entonces, cada sábado le propusimos leer una historia. Después de dos años de participación regular, es capaz de leer sin dificultad una historia entera. Durante la entrega de diplomas, una directora de escuela le dijo: «Bienvenido a la escuela». Entonces, Rom pidió a su madre que le inscribiera de nuevo en la escuela. Esta última dudo en razón del costo, pero Rom, determinado, fue, en primer lugar, a hablar el solo con la directora. Esta le invitó a que volviera con su madre — ¡lo que hicieron al día siguiente!. Su madre le ha inscrito, no sin antes firmar un contrato que establece que tras varias ausencias pueden expulsar a Rom. Aunque recae una gran presión sobre ella, se lo ha tomado como una segunda oportunidad.

Por otra parte, en general, después de la entrega de diplomas, las niñas y niños dejan de venir a las clases de alfabetización, sin embargo, Rom ha regresado para mostrar a los adultos que ¡sigue sabiendo leer!. Sus progresos se manifiestan también a través del desarrollo de otras competencias. Durante la visita de un periodista que vino a realizar un reportaje sobre el programa, Rom contó, con mucha seguridad en sí mismo, lo que hacemos.

El éxito no es algo exclusivamente individual, sino que también aporta una transformación en la comunidad en su conjunto: antes, para las niñas y niños del Cementerio Norte, era normal no asistir a la escuela pero, poco a poco, su manera de entender la escuela ha ido cambiado.

Para saber más, visite el blog 1001 Historias de Resistencia