Ahora soy yo quien va a leer libros a los demás

En 2017, ATD Cuarto Mundo hizo una invitación a escribir, ante situaciones de injusticia y extrema pobreza, historias reales de transformación que muestran que cuando nos unimos en una misma lucha podemos lograr que la miseria retroceda.
Para favorecer una expresión colectiva intentamos, en nuestro sitio web, no firmar los artículos, salvo en casos excepcionales. En este caso se trata de personas precisas que intentan poner en valor historias experimentadas en primera persona.
La siguiente historia está escrita por Prisca Randrianarindriana (Madagascar).

Dentro de poco Fanja va a cumplir 13 años. Ahora solamente son tres hermanos. Fanja nació en el medio rural, en Antanamalaza. Su madre y su padre trabajaban allí criando animales y cultivando.
Un día, la familia decidió venir a vivir a Antananarivo, la capital, para ganar más dinero. La madre y el padre iniciaron un puesto de venta de frutas y ajos en la calle para poder alimentar a sus hijos. Al llegar, vivieron momentos difíciles. Estaban acostumbrados a la vida tranquila del campo donde el aire es puro. En la ciudad, siempre hay ruido y no hay seguridad.

Sin amigos, con frecuencia pensaban en volver al pueblo. No consiguieron adaptarse a esta nueva vida. Además, se sentían excluidos por la sociedad.
Un día, una niña llamada Nadia, un poco mayor que Fanja, se acercó a ella. Empezaron a hablar y a jugar juntas. Todos los días se encontraban para jugar.

Fanja veía con frecuencia que Nadia iba a la biblioteca. «¿Qué hacéis allí?». Nadia le explica: «Todos los miércoles por la tarde, vamos a la biblioteca y hablamos de la amistad entre niñas y niños de todo el mundo. A este grupo le llamamos Tapori. ¿Te gustaría venir conmigo?».

Así, Fanja fue con Nadia y observó lo que hacían los demás niños. Nunca había ido a la escuela y no sabía leer. El primer día, se sentía intimidada ante todos los demás, no se atrevía a hacer nada. Pero se sentía bien con ellos. Se esforzó todo lo que pudo y observó las numerosas imágenes de los libros, y dibujó.
Llevó a casa el dibujo para mostrárselo a sus padres. Y, después, todos los dibujos que fue haciendo y que van guardando preciosamente.
Fanja estaba realmente contenta de tener muchas amigas y amigos.

  • Poco a poco fue creciendo en ella el deseo de ir a la escuela.

El hecho de no saber leer se transformó en una fuerza que hacía crecer su deseo de progresar en la vida. Durante los días, los meses y el año que pasó se reforzó su deseo de ir a la escuela. Sin embargo sus padres no estaban convencidos de su escolarización pues tenía una hermana menor y nadie más se podía encargar de ella cuando se iban a trabajar.

En el grupo Tapori se habla con frecuencia de los derechos de los niños.

  • Fanja tenía ganas de gritar y decir lo que siente y exigir sus derechos, pero también quería respetar la decisión de su madre y de su padre.

Confió su sueño a las personas responsables del grupo Tapori. Estas últimas visitaron en varias ocasiones a los padres de Fanja y debatieron mucho sobre la escolarización de la niña.

Dos años más tarde, los padres deciden escolarizar a sus cuatro hijos. Algunos animadores Tapori acompañan a la madre de Fanja para encontrar una escuela. La madre decide inscribir a Fanja y a sus hermanas y hermanos en la escuela pública primaria de Antohomadinika. Los animadores han apoyado mucho a la madre de Fanja en todos los trámites y la confianza entre ellos se va creando poco a poco.
Así, la madre de Fanja les cuenta por qué no habían escolarizado antes a sus hijos. No se trataba de falta de dinero, sino porque ella misma no sabía leer ni escribir, entonces, tenía miedo de ir hasta la secretaría de la escuela para inscribirlos.

Fanja está inscrita en la misma clase que sus hermanas y hermanos pequeños, es la niña más grande de su clase. Pero no siente vergüenza, pues su objetivo es aprender a leer y escribir para más tarde convertirse en maestra.

Fanja está tan contenta que les dice a sus amigas y amigos: «Ahora ya no van a leer para mí, soy yo quién va a leer libros, soy yo quién va a leer cuentos a los demás».

Para saber más, visite el blog 1001 Historias de Resistencia